domingo, 18 de marzo de 2007

Vía Circuito

Justo ese día nos habían pasado una de las clases dos horas más tarde, por lo tanto habíamos tenido esas hermosas horas muertas tan famosas en todas las facultades de La Plata.
Así que, después de una clase sobre la estética adorneana, nos encaminamos hacia la estación de trenes. La cuestión era que a las 18:30 hs. estábamos esperando el tren que iba a llevarnos a nuestro hogar dulce hogar. Pero… “¡Accidente en Quilmes, los trenes no salen!” “¡¿Qué?! ¿Y ahora?”
Teníamos dos opciones: o esperábamos hasta que los trenes comenzaran a funcionar (que podía ser en dos horas o nunca) o nos tomábamos el último tren “Vía circuito Bosques – Varela – Temperley”. Las dos opciones implicaban pros y contras…
Decisión: “Tomémonos el vía circuito, nos bajamos en Bosques y de ahí un bondi a Quilmes”, me dijo mi compañera de viaje… “Bueno, pero… ¿Vos sabés qué colectivo nos deja?” “Sí, si no preguntamos”.
Entonces nos subimos al tren (cuya fragancia distintiva era una penetrante mezcla de pis y panchos) y comenzó nuestro viaje.
El paisaje que se veía por las ventanillas no era muy alentador, imagínense: Las vías estaban bordeadas por árboles, por lo tanto, verde por acá, verde por allá, y, por qué no, alguna que otra rama entrando por las ventanas y las puertas (siempre abiertas… en realidad, inexistentes).
Después de 20 minutos llegamos a Bosques… “¿Y el colectivo?” Obviamente no teníamos ni la menor idea de dónde paraba o si existía en realidad ese colectivo, por lo tanto, decidimos preguntar.
“Y, mirá tenés uno en la ruta (como a 10 cuadras en la mismísima nada) o tenés uno acá a 3 cuadras para allá.” (Señaló hacia un lugar que no sé dónde quedaba, suerte que mi compañera estaba prestando atención, porque yo todavía estaba pensando ¿Dónde está la ruta?)
Caminamos las tres cuadritas de tierra y llegamos a la parada. Esperamos unos cuantos minutos y nos subimos al 300 (línea MOQSA o, el nunca y bien ponderado “blanquito” que anda por el sur del conurbano bonaerense).
Aproximadamente en una hora y media pasamos por la estación de Quilmes y pudimos comprobar que los trenes ya pasaban, es decir, los despojos del accidente se habían levantado antes de lo que nosotras esperábamos, es decir, mucha odisea sin sentido… en fin… El gran comentario fue “Bueno, por lo menos vamos a tener algo para contar…”
Un consuelo que sería real.
(Foto: Estación de Quilmes.
Marina García)

4 comentarios:

lucas en barcelona dijo...

alta crónica... me parece que el conurbano da para mucho mas de lo que pensaba.

Unknown dijo...

Jajaja!!! Muy buen relato!!! Tan bueno q hasta me hizo sentir (a pesar de q han pasado 10 años)esa fragancia penetrante mezcla de pis y panchos...

Anónimo dijo...

muy lindo relato, como el anterior. ahora es mi oportunidad, ya que activaste esto de las firmas.
sabes que suelo ser una critica "despiadada", pero tambien tene presente que soy una gran admiradora de tus palabras.
Tomana, es una alegria y una satisfacción poder leerte tambien por este medio!

te quiero ptn!
(complete las vocales que faltan Licenciada, y encontrara una gran palabra!)
jajaja

no me da mas la cabeza, se nota?

Clara O. dijo...

Hace años que no tomo el Roca. Justamente, el recuerdo de la fragancia mezcla pis y pancho (a lo que agregaría, si me permitís, el “paty te quiero”) hace que no lo extrañe para nada.

A lucas de Barcelona: ¿pensabas que el conurbano no daba para nada? Mirá que me sale la quilmeña aguerrida jajaja
Los invito a: www.zonachurrinche.blogspot.com
Besote!