domingo, 28 de septiembre de 2008

En el bar...

Esta vez las historias van a cambiar de decorado, ya que lo ocurrido, en dos oportunidades diferentes, amerita ser contado.
El primer relato se desarrolló un día en el que tenía que encontrarme con una compañera de estudios a preparar un texto que debíamos exponer ante otros compañeros de estudios. Había salido de trabajar a la una de la tarde y el encuentro era seis y media en Corrientes y Av. Alem (zona muy conocida para mí), por lo que tenía mucho tiempo para comer y releer el texto. Entonces, fui caminando desde el trabajo a la zona de encuentro,con mucha calma, pensando en sentarme en un bar y hacer mis cosas hasta que llegara mi compañera.
Aproximadamente a las tres de la tarde entré en el bar que está ubicado, justo, en Corrientes y Av. Alem, muy apropiado para mí. Me senté cerca de la ventana, saqué mis anteojos, mi libro, mis hojas y mis lapiceras y me dispuse a esperar la mozo. Cuando llegó pedí café con leche y medialunas y, mientras esperaba que me trajeran el alimento, le mandé un mensaje a mi amiga diciéndole dónde estaba y que la esperaba ahí.
Con el café con leche en la mesa, me dispuse a leer y esperar...
Todo transcurría normal hasta que, en un momento, veo que el mozo cruza una barra en la puerta trabándola e impidiendo que la gente entre. "Qué raro" pensé "¿cerrarán a las cinco y yo no me di cuenta?" En ese momento recordé haber visto ese bar abierto a las nueve de la noche, así que deseché esa posibilidad.
Pero, a los pocos minutos, veo que los mozos entran presurosos las macetas que estaban decorando la entrada del lugar y que le decían a las personas que querían entrar que el lugar estaba cerrado... pero yo estaba adentro... Entonces veo que un muchacho, que estaba sentado en una mesa detrás mío, se levanta y sale del lugar, en sus manos tenía un papel y una plasticola, y veo que pega el papel en la puerta... "Clausurado"
Llamé al mozo, pagué y me fui. Le avisé a mi amiga que nos encontrábamos afuera del bar y así lo hicimos.
Los días siguientes a eso, al pasar por la puerta del lugar, pude ver (calculo que serían los dueños del lugar) que habían pegado sobre el cartel de clausura uno que decía "Cerrado por reformas"... "¡Qué chantas! si está recontra clausurado!" pensaba yo.
Igual lo más interesante es que, hace dos días nos volvimos a encontrar con mis compañeros de estudios y por cosas de la vida terminamos en ese bar, que estaba nuevamente abierto. Al otro día pasé por la puerta y, asombrada, volví a ver el cartel de clausura. La ley del eterno retorno...
La otra historia, digna de ser compartida ocurrió, sorpresivamente, dos días después de la anterior... Había ido con dos amigas a ver al grupo de percusión de otro amigo y cuando salimos (muertas de hambre) decidimos acercarnos hasta Palermo e ir a comer algo por ahí, pues una de las chicas tenía una fiesta por esas zonas.
Caminamos un poco y una de mis amigas estaba con antojo de McDonald's (bueno, cada uno se antoja con lo que quiere...) entonces decidimos entrar a uno de estos antros de comida rica en grasas y en... grasas.
Comimos unas nutritivas hamburguesas, ellas se comieron un delicioso helado y yo, como estoy mayor y casi eran las doce de la noche, me tomé un rico café (espero se entienda el tono irónico).
Todo muy lindo, todo muy rico pero ya era hora de cerrar y uno de los muchachos que trabajaba en el lugar nos lo hizo saber: "Chicas en cinco minutos cerramos". Listo, dijimos, vamos al baño y nos vamos a otro lugar. Tomamos nuestras carteras, nuestros abrigos y subimos al baño... Cuando bajamos uno de los chicos que estaba terminando de limpiar nos mira y nos dice: "¿Y ustedes de dónde salieron?" "Del baño" contestamos.
Miramos para la puerta y descubrimos que la persiana estaba baja... "Ups!... ¿Nos abren o nos tiramos a dormir acá?"
Claro que nos abrieron y salimos venturosas de nuestro encierro en McDonald's...