tag:blogger.com,1999:blog-73585110265641858852024-03-05T07:23:48.512-03:00Crónica UrbanaValeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.comBlogger64125tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-87781401354629792122011-02-09T18:21:00.003-03:002011-02-11T21:52:21.584-03:00Un paseo por Bernal<div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Esa noche tenía una reunión con motivo del cumpleaños de la hermana de una gran amiga. La casa donde se hacía el evento estaba en Bernal (eso creía yo) y como nunca había ido mi amiga había tomado la precaución de, no solo anotar la dirección, sino también indicarme los colectivos con los que podía llegar. Su recomendación (que luego pensé que era la más sabia y que hubiera sido genial seguirla) fue que me tomara cualquier colectivo que me dejara en la estación de Bernal y de ahí un remise, pero no... decidí tomarme un remise desde mi casa, sabía que iba a ser caro, pero estaba segura de que iba a llegar más que bien, una siempre confía en la orientación de los señores remiseros.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Unos minutos antes de las 10 de la noche llamé a la remisería. "Ya sale", me dijo la voz de la mujer que me atendió y unos minutos después estaba sonando la bocina en la puerta de mi casa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">"Hola, buenas noches" dije yo y obtuve como respuesta: "Buenas noches, ¿vos sabes como llegar? Vamos a Bernal ¿no?" "Si" contesté "pero no tengo idea como llegar, nunca fui." "Bueno, cuando estemos mas o menos cerca le pregunto a alguien" me dijo él... "Lo único que sé es que es de este lado de las vías, que no hay que cruzarlas" "Bueno, vamos por Mitre derecho y agarramos esa que está cerca de la estación de Quilmes... ¿cómo se llama?" "Yrigoyen" dije y pensé "estamos al horno... éste conoce menos que yo la zona y para colmo es el remisero".</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Durante el viaje y a modo de excusa, creo, el hombre me contó que era de Claypole, que cuando empezó a venir para acá fue cuando conoció a la esposa, que hacía unos años le había agarrado la loca, había hecho el bolso y que con su mujer y sus hijos se habían ido a vivir a Entre Ríos, que hacía dos años que había vuelto y se había puesto a trabajar como remisero, que por eso no conocía muy bien la zona.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Mientras él me contaba eso yo veía que nos acercábamos a la estación de Bernal, entonces le dije "Voy a llamar a mi amiga así nos guía" "Dale, llamala".</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "Hola Lau..." </span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "Hola amiga, nosotras ya llegamos ¿dónde estás?"</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "En viaje, en el remise.... che, estoy cerca de la estación de Bernal... ¿para dónde voy?"</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "Ehhhh... en realidad tenés que estar cerca de la estación de Don Bosco... ahí cruzás la primera barrera y doblás a la derecha... esa es José Hernández.... Pero, Vale... ¿el remisero no sabe?"</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "No... bueno, si no encuentro la calle te llamo de nuevo..."</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">- "¿Pero cómo no sabe?... Bueno, te espero."</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Le pasé las instrucciones al remisero pero él seguía perdido entonces decidió preguntar a unas chicas que estaban paradas en una puerta dispuestas a entrar a un cumpleaños (lo sospeché por las bolsas con moños que tenían en las manos). La cuestión fue que las chicas nos hicieron doblar hasta toparnos con las vías, de ahí eran solo dos cuadras y teníamos que doblar.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">"¡Estábamos bien... viste, veníamos bien derecho!" me dijo casi emocionado.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">"Sí, lo bueno es que después de este viaje vos vas a poder venir tranquilo porque vas a conocer las calles de Bernal y de Don Bosco... fue un viaje productivo." Fue lo único que atiné a decirle, aunque que se comprara una filcar hubiera sido más útil, pero bueno, no soy tan mala.</span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span">Cuando el auto paró mi amiga estaba parada en la vereda de la casa, de brazos cruzados. Bajé del auto y lo primero que me dijo fue: "¿Pero era boludo el tipo? ¿Cómo no sabía llegar?" "Bueno, era entrerriano" dije, a lo que otra amiga preguntó "¿Y para qué trabaja de remisero si no conoce las calles?"... "No sé" respondí pero era una muy buena pregunta. </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-55633596707946931552010-09-27T17:44:00.003-03:002010-09-27T21:27:40.917-03:00El regateo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE65nBFmhEHvRHwHl7LntygaGucHN37iAqPb5OLIqT0-hIBoFibhzrei4aBquFRNsbkRaYj3F2JkJ-Aaf95ENDC0xE3k1g_scqfa4EsuPqWOBEt2Wwe4vMxnfe4iFs4e9q4t-HCXXWKQa1/s1600/borracho-bebido-drunk.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5521707213837854994" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 260px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE65nBFmhEHvRHwHl7LntygaGucHN37iAqPb5OLIqT0-hIBoFibhzrei4aBquFRNsbkRaYj3F2JkJ-Aaf95ENDC0xE3k1g_scqfa4EsuPqWOBEt2Wwe4vMxnfe4iFs4e9q4t-HCXXWKQa1/s320/borracho-bebido-drunk.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:arial;color:#000000;">Era fines de junio (de 2010, por lo tanto, mes del Mundial de fútbol) y me había encontrado para almorzar con un amigo. Después de una comida por demás nutritiva, decidimos caminar un poco. Sin quererlo terminamos dando vueltas por Florida, calle de la que uno siempre quiere escapar pero en la que termina si se está por la zona.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Como era de esperarse, en un momento desembocamos en la Plaza San Martín donde, en pantalla gigante, se estaba transmitiendo el partido entre Uruguay y Ghana. Nos detuvimos unos minutos para ver como iba el juego y seguimos con el recorrido, intentamos salir del vallado que elegantemente había puesto el Gobierno de la Ciudad pero, obvio que fue difícil porque le dije a mi amigo que me siguiera y, claro, fuimos a dar a un sector que no tenía salida (en fin, la gente no aprende que no hay que seguirme).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Entonces, luego de subir y bajar escaleras, nos sentamos en uno de los banquitos de la Plaza y nos pusimos a conversar tranquilamente, rodeados por el sonido del partido y de las avenidas que rodean el lugar.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En un momento de nuestra pacífica charla, vemos que se acerca un señor visiblemente alcoholizado. enseguida me puse en guardia como para salir disparando a la mínima seña de mi compañero de banco, pero él se veía de lo más tranquilo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El borracho (perdón si para la sensibilidad de algunos suena agresivo, pero el señor estaba borracho y no dudo que lo fuera) se acercó con una botella de vino debajo del brazo y, al agacharse para comenzar a hablar lo poco que le quedaba se le cayó al piso: "Cuidado que se te cae el vino", le dijo mi amigo, a lo que el señor respondió con un resoplido molesto, al ver el liquido regando la tierra, tomó la botella por el pico, la tiró cerca del banco y comenzó a hablar:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¿No tenés $20 para darme?" Creo que los dos pensamos lo mismo: ¿no era mucho pedir $20? pero no, era una estrategia.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">-¡Eh! no, no tengo -le dijo mi amigo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Dale, qué no vas a tener... $20 para comprar algo de comer...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- No, no tengo... tengo para viajar... -clásica respuesta para evadir la situación.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Bueno... y... ¿no tenés $10?</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Misma respuesta de mi compañero de almuerzo. A todo esto, yo estaba muda al lado de él, casi pegada a su cuerpo y lista para salir corriendo, pero él seguía tranquilo y hablaba con calma, cuestión que me tranquilizaba.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Dale, qué no vas a tener... dale qué son $10...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Mirá todos los uruguayos que hay, porque no vas a pedirle a ellos - le dijo. Entonces el borracho miró para donde estaba la pantalla y nos miró a nosotros y dijo:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">-Ah... dale... ustedes son uruguayos... dale dame $5... dale, mirá, mirá...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Y empezó a revolver en la mochila que traía, cosa que, personalmente, me hizo asustar un poco mucho.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">-Mirá, ves... no tengo nada... dale... $5...-decía mientras sacaba un buzo bastante sucio y otras telas que no supe identificar porque estaba mas preocupada tironeando del pantalón de mi amigo que prestando atención al bolso.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Andá a pedirle a los extranjeros, no jodas mas -le dijo al borracho con un tono firme.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">- Dale, que vos sos uruguayo dame $2, dale... si no sos argentino...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Mi amigo me agarró de la mano y nos fuimos, pero cuando nos estábamos yendo </span><span style="font-family:arial;color:#000000;">pasamos por al lado de un banco donde estaban sentados dos extranjeros que habían visto todo el espectáculo y mientras nos miraban pasar nos dijeron: "¡Vamos Argentina!" Les sonreímos y seguimos.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Caminamos unos pasos más y cuando nos dimos vuelta para ver qué había pasado con el borrachin que había bajado sus pretensiones de $20 a $2, lo vemos en pleno regateo con los turistas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Si no hubieran abierto la boca... pero bueh, gringos" dije y sin más seguimos nuestro paseo sin saber quién había ganado ni el partido de fútbol ni el nuevo regateo que, seguramente, había comenzado el señor alcoholizado.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-49093170928571441772010-08-17T20:15:00.004-03:002010-08-17T21:38:57.460-03:00Entre las quejas...<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpv2e6BK6vBEMnND_AsvMhtMYZp9L5Yuu1ps6_3WG262UhQQMLpJkcn2AWScRv6HlANjKGLp4nCF-vAoe1WiiupaLBe7Eg-hOlXigy-VyW5qSdKzrLd75aXb5I-wGbJDybXt8merOG6p5o/s1600/Cola%2520en%2520el%2520Banco.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5506542335829484546" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 234px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpv2e6BK6vBEMnND_AsvMhtMYZp9L5Yuu1ps6_3WG262UhQQMLpJkcn2AWScRv6HlANjKGLp4nCF-vAoe1WiiupaLBe7Eg-hOlXigy-VyW5qSdKzrLd75aXb5I-wGbJDybXt8merOG6p5o/s320/Cola%2520en%2520el%2520Banco.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:arial;color:#000000;">Dentro de una ciudad es muy habitual ver bancos y, para algunas personas, es más habitual entrar, transitar y salir de ellos. Y por esto me atrevo (como alguna vez lo hice con algunas historias de bares) a incluir una anécdota que viví en uno de esos recintos.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Había salido de la Universidad de Quilmes con el último pago (por este año) por mis tareas como profesora en ese establecimiento y me dirigí al banco que está en frente de la estación de Bernal para que cambiaran mi cheque por vil metal. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando entré en el banco, todo era normal. Saludé al señor de seguridad (que dicho sea de paso un día, mientras yo buscaba en mi monederito las monedas para viajar en colectivo, me dijo "¿No pensarás pedir monedas?" Lo miré sin entender porque mi monedero estaba que reventaba de monedas y le dije "No, ¿por?" "Por nada, por nada" y se alejó todo colorado). Acto seguido, me ubiqué en la cola que para ese momento del día (apróximadamente las 13 horas) era bastante larga.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Tenía delante mío un hombre en traje, y a los pocos minutos una pareja que estaba bastante apurada se paró detrás de mí.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"En un ratito avanza... Yo tengo que salir a las dos, que no llego si no..." "Si, tiene que avanzar... aunque va lenta." Decían las personas que estaban a mis espaldas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La verdad es que la cola no avanzaba y la gente, como es natural, se iba poniendo nerviosa.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Después de 25 minutos las cola se movió unos pasos, pasaron otros 10 minutos y se movió otro poco. El señor que estaba apurado decidió irse. Entonces, una señora que estaba atrás de él, ocupó su lugar.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pasaron otros 25 minutos y por fin llegué al corralito que suelen armar con esas cintas rojas que se meten es esos tubos y con las que me gusta jugar.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Ah, claro! un solo cajero ¡Esto es una vergüenza! Seguro que el gerente está rascándose y nosotros perdiendo el tiempo..." Dijo el educado señor que estaba adelante mio.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En eso el teléfono de la señora que estaba a mis espaldas comenzó a sonar. Ella lo apagó, pero no fue suficiente, porque sonó otra vez, y lo volvió a apagar. Sin embargo, aunque ella nunca atendió, el señor de seguridad se le acercó y con mucha amabilidad le dijo que no usara el celular, que lo apagara.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¿Pero no viste que no lo contesté?" Le dijo ella con un tono un poco alterado. El señor se disculpó y volvió a su puesto de trabajo. Pero... la llama ya había sido encendida.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Y ahora se acuerdan de vigilar... claro con la cagada que se mandaron ahora se hacen los que nos cuidan ¡Por favor!" comenzó a decir la señora. (La cagada, aclaro, está relacionada con el caso del Isidro y su mamá)</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Si y además tienen un solo cajero! ¡Juegan con nuestro tiempo! porque me vas a decir que no puede ponerse el gerente en la caja. El tipo está ahí parado, boludeando." Dijo el señor de traje que estaba adelante mio, visiblemente exaltado pero en un tono de voz bajo, como para que el gerente no lo escuche.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pasaron algunos minutos más y el señor de traje, yo y la señora del celular, llegamos al podio de la fila, y ahí se armó la gresca. (Yo seguía muda, fiel a mi convicción de que si hay más de una persona alterada tres o cuatro no resuelven el problema sino que hacen más barullo)</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Una señora vestida de maestra que estaba a dos personas de la señora del celular preguntó: "¿Pero sólo tienen un cajero?" (Vale la pena aclarar que el cajero atendía a máxima velocidad, pero con dos manos y dos ojos estaba bastante limitado)</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A la pregunta de la señora vestida de maestra se sumaron los comentarios, ahora si en un tono más elevado, del señor de traje y de la señora del celular:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Una vergüenza, y uno es cliente... porque si usted me dice que viene a cobrar un cheque nada más... pero años de cliente y tienen este trato!" decía el señor mientras yo ocultaba el cheque que tenía que cobrar.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Claro ¡encima el gerente está paveando ahí!" dijo la señora del celular aunando sus palabras al gesto de señalar al gerente. La señora vestida de maestra preguntó: "¿Ese es el gerente?" y mirando al gerente le dijo: "¿No pueden poner otro cajero?"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con una calma digna, el gerente se acercó y en un tono zen le explicó que no tenía otro cajero, que el cajero que faltaba había tenido un accidente y que no podía poner a cualquier persona en ese puesto, que cada uno en el banco tenía su función y que él no podía estar en la caja porque no era cajero sino gerente.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">¡Imaginense la indignación del señor de traje y de la señora del celular!</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al lado de nuestra cola había otra más pequeña que, según entendí, era para clientes especiales del banco, que pagaban un plus para no hacer cola.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El señor de traje vio esa cola y dijo: "¿Por qué el cajero de esa cola no atiende a alguno de nosotros?" El gerente le explicó que no se podía porque las personas que estaba haciendo esa mini cola tenían prioridad, a lo que el señor de traje se exaltó más y ahí se metió una señora muy paqueta que estaba en la mini cola: "Nosotros pagamos $15 más para no hacer cola, no es justo que nos echen la culpa de lo que les pasa." Y se adelantó para que la atendiera su cajero.</span><br /></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Mirála a esa! 'nosotros pagamos $15 más' pero andá a cagar!" dijo el señor de traje. "¡Qué vergüenza, a clientes del banco! Encima mi hijo me llamó dos veces, debe estar preocupado que no contesto y el otro estúpido que me dice que no conteste! ¡¡Si no contesté!!" decía la señora del celular.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A los pocos minutos el señor de traje fue atendido y yo sentí que la señora del celular se me quería colar, claro que no lo hizo. Imaginense que después de una hora de cola y de estar en medio de las quejas no me iba a dejar pasar por más preocupación que tuviera su hijo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Una semana después volví al mismo banco, un poco más temprano y pude comprobar que también había un cajero que faltaba y que era el que la semana anterior había trabajado como un burro. En su lugar estaba la chica que había faltado anteriormente. Este hecho me hizo pensar dos cosas: o los cajeros se accidentan mucho pero tienen un poder de recuperación increíble; o que, tal vez, los viernes es el día en que uno de los cajeros puede faltar y se turnan... no lo sé, lo dejo a sus criterios...</span></div><br /><div><span style="color:#000000;"></span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-87728687726442485532010-07-18T18:49:00.004-03:002010-07-18T19:28:20.223-03:00Mímica<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkWo0-rq_8Dhv7TUIYzsFgxQXHd8JY1Ipkj4yjbwB3vUD21GEnLrPUaY0vfDoRbDFhuXiG6uEzFHAR94VVGwHcFT9khkTBL8xwlpJwxIm8ed_XuS_AOJkmE7GibbUHHdgio3MclUa7Oocl/s1600/marcel_marceau.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5495372922679736786" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 229px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkWo0-rq_8Dhv7TUIYzsFgxQXHd8JY1Ipkj4yjbwB3vUD21GEnLrPUaY0vfDoRbDFhuXiG6uEzFHAR94VVGwHcFT9khkTBL8xwlpJwxIm8ed_XuS_AOJkmE7GibbUHHdgio3MclUa7Oocl/s320/marcel_marceau.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando uno viaja por mucho tiempo (horas, minutos, lo que sea) y lleva consigo uno de esos maravillosos aparatitos que le permiten escuchar música, a veces, el cuerpo adopta movimientos inconscientes siguiendo el compás de lo que se escucha.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Nadie, creo, me puede negar que durante un viaje en colectivo no se descubrió cantando, o moviendo los labios como si cantara, o moviendo las piernas al ritmo de la música (bueno, acepto que alguien lo niegue, yo no puedo, confieso que lo hago... y bueno, antes de quedarme dormida prefiero mover la boca).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hay un pasajero del 159 que en este accionar es el mejor. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Este muchacho, tiene trayectoria no solo haciendo mímica con la boca, sino cantando directamente. Recuerdo que cuando íbamos a la secundaria, con mi hermana solíamos encontrarlo en el colectivo. Él subía con sus walkmans (sí, yo fui al secundario en la época del walkman) cantando a voz en cuello los mejores temas de Xuxa, hasta se movía en el asiento del colectivo al son.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con el tiempo sus gustos musicales se alteraron solo un poco, cambió portugués por inglés y, vamos a decirlo, por cantantes mucho mejores.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La cuestión es que yo lo recordaba de los tiempos de Xuxa y cuando me lo volví a encontrar en el 159 semirápido, no pude evitar la remembranza, hasta que lo vi en acción.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ustedes saben que por la mañana ese colectivo explota de gente, por lo que la mayoría de las veces, muchos de nosotros viajamos cerquita del conductor o, muy cerca los unos de los otros. Un día quedé al lado de este muchacho. Yo estaba con mi mp3, tranquila en mi silencioso movimiento de labios, y veo que él se conecta su ipod, pude escuchar que era una mujer la que cantaba (lo tenía muy alto) y fue cuando se puso en clima.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">De repente vi pasar una mano por delante de mi cabeza al tiempo que sentí un golpetear en el piso del vehículo. Miré para el costado donde estaba el chico y... estaba haciendo la coreografía del tema que estaba escuchando. Muy concentrado, con los ojos cerrados, cantaba (sin sonido) y bailaba (con movimientos leves pero certeros). Miré a las personas que estaban a nuestro alrededor y solo otra chica lo miraba y sonreía. El resto no prestaba atención.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con los viajes me fui acostumbrando, solo había que evitar pararse al lado, por las dudas que la coreo pidieran un movimiento violento de las manos, después estaba todo mas que bien.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hace unos días, luego de una charla muy acalorada con su pareja en la que hablaban de la pelea en la que luchaban por dejar el cigarrillo, el muchacho dejó de bailar. La posibilidad de subir series a su ipod nos ha imposibilitado de verlo hacer la mímica de sus artistas favoritas, pero no de verlo reír, con el histrionismo al que nos acostumbró.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-69336331061006718662010-06-25T11:54:00.003-03:002010-06-26T18:07:19.581-03:00Desde la ventana<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihslx_u5wDT5PiJsuf8OGKjAjqWg7WX7SV4d4KRwIYhArg3f5sO89ccwnMqSnljG5w8jQB3m0u9raY29qjFIVVLeqquj3OB9s2XrD-IbhI9kPbh5O9PcN0VLm7j5xM8QFZwJmgiirCXpxR/s1600/dali.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5487191630987318818" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 230px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihslx_u5wDT5PiJsuf8OGKjAjqWg7WX7SV4d4KRwIYhArg3f5sO89ccwnMqSnljG5w8jQB3m0u9raY29qjFIVVLeqquj3OB9s2XrD-IbhI9kPbh5O9PcN0VLm7j5xM8QFZwJmgiirCXpxR/s320/dali.bmp" border="0" /></a><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando uno se da cuenta que no es el único en el mundo al que le pasan las cosas que, por ejemplo, me pasan a mí, es una sensación maravillosa. </span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La anécdota que voy a relatar en breve no me tuvo como protagonista, sino más bien como espectadora.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era viernes por la noche, me había acostado en mi cama que, oportunamente, está pegada a la ventana que da a la calle. Había terminado de leer un cuento, pero ahora no recuerdo si en verdad lo había terminado de leer o si el sueño me había vencido, la cuestión es que apagué la luz e intenté dormir.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Aproximadamente a los 20 minutos escucho que frena un auto en la puerta de mi casa y que bajan unas personas que hacían sonar sus tacos por la vereda. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Me incorporé y vi que eran dos chicas con bolsas en las manos, muy arregladitas y que miraban la casa oscura y totalmente cerrada con sorpresa.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Dice 13-55, pero no puede ser acá" dijo una. Mientras ambas caminaban de punta a punta de la casa mirando para adentro.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¿Pero es la calle? Es el número, pero no sé..." El remise que las había llevado hasta la puerta de mi hogar seguía ahí, esperando que ellas se decidieran si se quedaban, se iban o qué.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En eso a una se le ocurre llamar por teléfono a la persona que, creo, era la anfitriona de la fiesta que se estaban perdiendo: "¿Pero cómo Buenos Aires? Sí, yo veo un paredón... ah, es una escuela... bueno..."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Boluda ¡nos pasamos como cinco cuadras!" La amiga le dijo algo que no pude entender porque se estaban subiendo al auto que las llevaría a su tan ansiado destino.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando volví a acomodarme en la cama para continuar con la actividad que había comenzado antes de la llegada de las desorientadas, no pude evitar hacerlo con una leve sonrisa y con la certeza de que, aunque mi historial es amplio, esta vez la historia era de otros y yo solo la miré desde mi ventana.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-51344573850084906542010-06-06T19:39:00.002-03:002010-06-06T20:16:43.258-03:00El suicida<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Había tenido una corta mañana de trabajo, muy corta en realidad, ya que a las 11 de la mañana estaba caminando por Avenida de Mayo en dirección al Correo Central.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">No puedo negar que iba mas que contenta porque iba a llegar temprano a casa, iba a poder almorzar como corresponde y ponerme a trabajar en otros asuntos pendientes. Además, era una hermosa mañana de otoño, de estas mañanas a las que nos estamos acostumbrando ahora, donde hay sol y hace un poco de calor.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Llegué al Correo y, para mi sorpresa la fila para esperar al colectivo no era muy larga, todo estaba a mi favor, iba a viajar sentada y todo, ¿qué mas podía pedir?</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pasados unos cuantos largos minutos de espera, comencé a percibir que las personas se iban de la fila y que ésta se hacía cada vez mas pequeña sin que ningún colectivo llegara. "Extraño" pensé.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El tiempo pasaba y los colectivos no llegaban. Obviamente la gente se iba (nos íbamos) impacientando. Al cabo de unos minutos aparecieron tres chicas que, en un lenguaje muy apurado (porque estaban apuradas) dijeron que los colectivos no iban a pasar por esa parada porque habían cortado la Avenida Paseo Colón, pero no dieron mas información porque tenían que irse.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ante tan pocos datos decidí acercarme al puesto en donde están los colectiveros y los supervisores para saber si podía tener más detalles sobre lo que pasaba.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegué pude escuchar algo sobre un hombre que amenazaba con suicidarse. A mi derecha había un policía, que por supuesto había sido el héroe que había logrado hacer que un colectivo llegara hasta la terminal, había visto todo, por lo que me le acerqué y le pregunté qué era lo que pasaba, a lo que respondió:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Hay un tipo, ahí en Paseo Colón y Estados Unidos que amenaza con pegarse un tiro. Dicen que no le dieron un crédito en el banco y por eso se quiere suicidar. Debe tener unos 75 años, así que si se mata ahora o espera un poco es lo mismo."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Sonreí agradecida por tanta información y presté atención a lo que estaban hablando a mi izquierda, ya que uno de los guardas nos estaba organizando: "Los que toman el semirapido por los dos peajes vayan a la parada; los de la L azul se quedan acá... ¿alguien toma el B/G?"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con una mujer y un chico nos dirigimos a la parada que nos correspondía. En el camino (casi dos cuadras) la señora me iba diciendo: "qué poco solidaria que es la gente, no avisan porque los que se fueron sabían y no avisaron... y yo tengo pacientes y les tengo que avisar..." "Ahh, ¿sos doctora?" le pregunté. "Soy psicóloga", a lo que respondí, teniendo en cuenta la situación de suicido que nos estaba reteniendo en el Correo, "podrías ser útil en esta situación." En ese momento le sonó el celular "Sí, soy yo... ¿quién te pasó el número?..." Y dejé de escuchar, porque ya no me interesaba lo que hablara por teléfono.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Llegamos a la parada y en unos 10 minutos llegó el colectivo con el guarda colgado de la puerta como diciendo "¡Llegué a rescatarlos!"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Fue el viaje más largo que hice al mediodía y el más incómodo, todo gracias a un señor que estuvo tres horas amotinado en la puerta de un banco con un arma en la mano, amenazando quitarse la vida, mientras comía caramelos, fumaba como un escuerzo y era salvado por los bomberos y los policías.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-86937641096512419512010-04-22T20:42:00.004-03:002010-04-22T22:29:42.857-03:00En busqueda de la Peatonal del candombe<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGaEIhzrHEEdTAWV5taQD4c4nK_Q81U7JAeh3YDSa8g-JtYoTHIiUmcy5QlZS7DDaGrmfYdtjawvbd6f2LwCdM1448R5aYcBPskTWIKfEANAunLz5-r3plGj5ovBgWzqrOikMM1hAXdHs2/s1600/FOTOS251%C2%BA09+157.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5463138571169252674" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGaEIhzrHEEdTAWV5taQD4c4nK_Q81U7JAeh3YDSa8g-JtYoTHIiUmcy5QlZS7DDaGrmfYdtjawvbd6f2LwCdM1448R5aYcBPskTWIKfEANAunLz5-r3plGj5ovBgWzqrOikMM1hAXdHs2/s320/FOTOS251%C2%BA09+157.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era el único domingo que íbamos a pasar en Montevideo y, mi amiga y yo, decidimos salir de caminata.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Comenzamos por la Rambla, admirando el mar, el viento y el no poder, ni siquiera, imaginar en ver la otra orilla. Tomamos unos mates, conversamos de los vaivenes de la vida y organizamos nuestro itinerario para después del mediodía.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Volvimos al hostel, dejamos mate y termo y sin mediar palabra salimos, otra vez, a las calurosas calles montevideanas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Nuestra idea era, primero, encontrar el mercado que se aloja cada domingo en la calle Tristán Narvaja, comprar algunas cosillas (obviamente me compré un mate ¿o se pensaron que me iba a perder la oportunidad de tener un mate uruguayo?) y seguir camino en busca del Barrio Sur o de Palermo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En medio del camino al mercado recordé que tenía muchas ganas de conocer el Parque Rodó (al que, inexplicablemente, siempre le digo Rocha), por lo tanto, después de ver el mercado y almorzar rodeadas de personajes casi literarios, decidimos partir.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego de varias cuadras, de pasarnos de calle (las malditas diagonales) llegamos al Parque Rodó y admiramos lo grande y lindo que es. Nos sentamos un poco para descansar nuestras exhaustas piernas, miramos el mapa, para estar seguras de la dirección que debíamos seguir y retomamos el camino.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Mientras íbamos hacia el Barrio Sur, cuna del candombe, y cede de algunos antiguos conventillos de la ciudad, mi amiga recordó que en un viaje anterior ella había llegado a una calle muy particular con plantas en la calle donde, según palabras casi textuales de ella "no había división entre el adentro y el afuera, el mobiliario de las casas salía a reunirse con las macetas de la calle". ¡Vamos a buscar esa calle! Dijimos las dos con un entusiasmo que nos excedió.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Caminamos y caminamos y en un momento llegamos a un edificio lleno de andamios. Leímos los carteles y descubrimos que era el antiguo conventillo Ansina, por lo que, según la memoria geográfica de mi amiga (que es mas o menos buena como la mía) estábamos cerca de la ansiada peatonal.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ella tenía en su cabeza cierta plaza, ciertos bancos y ciertas paredes pintadas con colores muy vivos que, en combinación, formaban figuras carnavalescas. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Dimos vueltas para un lado, vueltas para el otro y nada, la dichosa peatonal no aparecía. Retrocedimos y volvimos a avanzar hasta que, en una esquina donde unos muchachos tomaban cerveza y, por lo que pude escuchar de la charla, hablaban de fútbol, mi amiga reconoció las paredes, la calle de adoquines, las macetas en la puerta, los vecinos sentados tomando mate y mirándonos como quien mira a un extranjero que se sorprende por lo que ve.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Atravesamos la calle de punta a punta y nos sentamos en un banco de la esquina opuesta a los muchachos para contemplar el lugar.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><span style="color:#000000;">Luego de unos minutos decidimos volver a nuestra morada. Habíamos caminado mucho y nos quedaba mucho mas por caminar.</span><br /></span></div><br /><div></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-91738115314295084102010-03-08T17:43:00.005-03:002010-03-08T18:10:27.112-03:00La noche de Momo<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ese sábado habíamos llegado al mediodía a Montevideo. Habíamos caminado mucho durante la tarde recorriendo la Ciudad Vieja, la Av. 18 de Julio, viendo librerías, sacando fotos, en fin, cosas típicas de turistas en una ciudad que se intenta conocer.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A eso de las 7 y media volvimos a nuestra residencia temporaria con unas frutas y unos ricos yogurts conaprole (un estilo de merienda-cena nutritiva y saludable, sin contar que unas horitas antes nos habíamos tomado una fría cervecita con una buena cantidad de ingredientes, como diría Saer).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En fin, volvimos, comimos nuestros yogurcitos en la terraza, nos bañamos y nos dijimos: "¿Y ahora qué hacemos?" "¡Y vamos a ver Montevideo de noche!". </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Volvimos a salir del hostel y volvimos a caminar por las calles de Ciudad Vieja y además de restaurantes no encontrábamos un lugar para depositar nuestros cuerpos y continuar nuestras conversaciones y planificaciones.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Seguimos caminando hasta doblar por una calle que, casualmente, estaba a la vuelta del hostel. "¿Qué pasará que están todos en la puerta?" Nos preguntábamos con mi amiga, ya que muchas personas habían sacado sillas a la vereda o estaban sentados en las ventanas y puertas que lo tuvieran capacidad para que una persona se apoyara en ellas. Habían sacado sus mates (bueno, está bien, los uruguayos siempre tienen el mate listo), algunos tenían cervezas, algunos espuma, en general los que tenían espuma eran los más chicos, pero chicos y grandes tenían papel picado que un señor pasaba vendiendo al grito de "¡Picado, picado de colores!"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Una nena que estaba al lado mío le decía a su papá "quiero papelitos" a lo que el padre le respondía "después te compro", esos después que nunca llegan.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A los minutos comenzamos a escuchar los tambores y mi amiga saltó emocionada, de casualidad habíamos llegado para una de las últimas llamadas que las comparsas hacían en Ciudad Vieja. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pasaron cuatro comparsas, las cuatro diferentes, unas nos gustaron más, otras menos; pero lo que no se podía negar era la energía que nos transmitieron esos tambores, que nos vibraban adentro, esa energía que nos hacía mover los pies, las piernas, las caderas, los hombros, el cuerpo todo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">No pude evitar recordar cuando era muy chica y por mi barrio se seguía la tradición de los carnavales (tal vez el único después de la vuelta a la democracia); esa espuma que me tiraron en los ojos y que hizo llorar las 20 cuadras que me separaban de la casa de mi abuela, haciendo que mi papá o mi mamá tuvieran que llevarme en brazos (piensen que en esa época tendría 5 años, más o menos); y una canción de Jaime Roos que siempre me hace pensar en papelitos de colores, espuma y música que te llena de energía:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"><span style="font-family:Georgia;"></span></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Que no se apague nunca el eco de los bombos </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Que no se lleven los muñecos del tablado </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Quiero vivir en el reinado del Dios Momo </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Quiero ser húsar de su ejército endiablado </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Que no se apaguen las bombitas amarillas </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Que no se vaya nunca más la retirada </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Quiero cantarle una canción a Colombina </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Quiero llevarme su sonrisa dibujada </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Esa noche, mi amiga y yo, quedamos presas de Momo, una prisión para nada detestable.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-22324787489815804072010-02-24T11:59:00.002-03:002010-03-05T20:15:22.892-03:00Impresiones de Uruguay<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Algunas veces, cuando conozco un nuevo lugar, grabo ciertas cosas en mi memoria, cosas que después hacen que recuerde las sensaciones que ese lugar me generó, con Uruguay tengo algunas que quiero compartir:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Lo primero y lo último que noté mientras hice mis viajes en micro por ese país es que, Uruguay es un país ondulado, lo llano no es una característica del paisaje; hay montes, cerros, campos que suben y bajan, y todo entre los mas variados tonos de verde.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Montevideo: la primera impresión fue la de una ciudad triste, gris, pero con el correr de las horas me di cuenta que había sido solo una impresión. Es un lugar donde la ciudad se mezcla con el pueblo, donde la velocidad y el estrés abundan pero a otro ritmo (claro que es una generalización que hago después de dos días, voy a tener que volver para poder analizar mejor estas sensaciones).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Algo que noté de las personas (solo de las personas a las que escuché hablar) es que sus voces nacen del pecho. Son voces profundas, voces que guardan años de cosas vividas y que, tal vez, no lo saben. Tuve la sensación de que eran voces que venían del pasado con muchas experiencias vividas, pero sin la posibilidad de transmitirlas. Al ver a la gente de Montevideo sentía que estaba dentro de una de las novelas de Mauricio Rosencof, fue increíble.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Otra cosa que me llamó la atención fue el comportamiento de algunos hombres. En Buenos Aires una chica está acostumbrada a escuchar groserías cuando camina por la calle, son pocas las veces que un muchacho interesante nos dice un piropo (más que pocas, yo diría nulas, en fin), cuando un chico nos mira (y el hombre en cuestión es agradable), en general, es una mirada rápida, que confunde y que, en definitiva, no dice nada (una se pregunta ¿le gusto o no? ¿si no le gusto para qué me mira? Igual, piensen que estoy hablando de los muchachos que van por las calles, no de los que están en bares o boliches, esos son más confusos todavía...).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Los chicos uruguayos mantienen la mirada y, es más, son capaces de dar vuelta la cabeza y seguir mirando, aún si son lindos. También, los chicos lindos dicen piropos y no tienen miedo de quedar en ridículo, todo lo contrario, parecen que ven como un halago que una sonría ante frases que, para muchos, ya son pasadas de moda (como por ejemplo: íbamos caminando con mi amiga y un grupo de muchachos nos dijo: "Disculpen chicas ¿saben donde quedan las puertas del cielo?" Con mi amiga nos reímos inmediatamente, porque como sabrán ese piropo es más viejo que andar a pie. Al ver nuestra reacción los chicos dijeron: "Se ríen los angelitos.")</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Bueno, estas son algunas de las cositas que me quedaron dando vueltas en la memoria. Con el correr del tiempo contaré algunas de las experiencias que viví en ese hermoso país.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-50177022690759300792010-01-25T18:04:00.004-03:002010-01-27T13:33:50.995-03:00Local 2: vacío<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ustedes recordarán la historia de "Don Alfredo", ese ancianito simpático y hablador que me aconsejó bastante sobre los hombres argentinos y la vida en general. Bueno, hace unos meses que venía viendo que su local, en la estación de subte Leandro N. Alem, se iba vaciando en forma paulatina.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al principio pensé que estaban vendiendo mucho y que, vaya uno a saber por qué, no reponía la mercadería. Pero con el correr de los días (y gracias a un gran cartel que decía "Liquidación total por cierre), me di cuenta que Don Alfredo iba a dejar en forma definitiva el local 2 de la estación Alem.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hoy pasé y me dio una sensación de nostalgia de esa tarde en la que hablamos, ya que me pareció muy raro ver la reja cerrada, la luz apagada y en la vidriera tres filas de anteojos, dos carteras y cinco paraguas...</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-29101361311386827732010-01-15T20:59:00.004-03:002010-01-17T14:35:42.928-03:00Rosario: en taxi<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmtGodnwlw43KkZao5wjhYTW6_ZbVfMq7I2S34hKnvst83H07EcHfpbJ9FSAsxIJzHC7Jxv5dK9zDN3MJ4TjJhnJ62hMXAYX-XlwDWAh-QAvvMnJkMqs4MHVQNhh5s-JoeZcAWWhp23LcB/s1600-h/Terminal_Mariano_Moreno_(Rosario)_(2).jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5427763493306322994" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 230px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmtGodnwlw43KkZao5wjhYTW6_ZbVfMq7I2S34hKnvst83H07EcHfpbJ9FSAsxIJzHC7Jxv5dK9zDN3MJ4TjJhnJ62hMXAYX-XlwDWAh-QAvvMnJkMqs4MHVQNhh5s-JoeZcAWWhp23LcB/s320/Terminal_Mariano_Moreno_(Rosario)_(2).jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:arial;">En la saga del viaje a Rosario no pueden faltar los dos viajes en taxi que hice en esa hermosa ciudad.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;">El primero fue, obviamente, cuando llegamos a Rosario y debíamos transladarnos desde la terminal de ómnibus al hotel. Valijas en el baúl, algún bolso adelante y mis dos amigas y yo atrás. Íbamos hablando del viaje de las chicas, ya que ellas habían viajado juntas desde Buenos Aires. Me iban contando cómo, al parecer, algunas personas que viajaban con ellas en el micro se habían mostrado escandalizadas por algunos comentarios de alto contenido erótico/porno que ellas iban haciendo (típica conversación de mujeres, claro). Al terminar la narración una de las chicas concluyó con un sutil "Bah, que la chupen", a lo que el taxista respondió con un "¡Ehhh! mejor que la mamen, es mas delicado". Mi amiga puso mala cara, ya que le molesta mucho cuando los taxitas se meten en las conversaciones, por lo que intervine desde mi total desconocimiento futbolistico y dije "es que no somos maradonianas" (por aquella famosa frase que nunca supe bien como fue). Esto derivó en una conversación futbolera que duró menos de medio minuto. Al llegar al hotel tuvimos que pedir que nos diera las valijas del baúl porque con tanto comentario, el señor taxista se había olvidado dónde las había puesto.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">El segundo viaje lo hice sola y fue cuando volvía a Buenos Aires, es decir, del hotel a la terminal. La conversación comenzó cuando, totalmente mareada, le pregunté al taxista si estábamos yendo por el camino correcto, porque, claro, yo pensaba que estábamos yendo para el otro lado. El taxista se encargó de dejarme bien en claro que él conocía muy bien la ciudad, así que opté por callarme. Pero ya había abierto el diálogo y, cuando eso pasa con un taxista no hay vuelta atrás. Comenzamos a hablar del calor que había hecho esos días (fueron los cuatro o cinco días de octubre más calurosos del 2009); él me preguntó qué pensaba de la ciudad, a lo que respondí con toda sinceridad, que la ciudad era hermosa, que me encantaba la conjunción ciudad-río, que los museos eran muy lindos, pero que el tránsito era peor que en Buenos Aires. El señor me miró por el espejito y me dijo "¿De verdad? yo creí que en Buenos Aires eran peores.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">"Mirá, te doy un ejemplo. Cuando cruzo una calle allá mal, sin respetar el semáforo los autos van rápido, puede ser que me puteen, pero medio que frenan. Acá a la velocidad que van ni me animo, me da miedo, de verdad." El señor puso cara de "mirá vos" y me preguntó para qué había ido a Rosario. Le conté del congreso y de las cosas que había visto. Me dio consejos sobre qué otras cosas podía ver y me recomendó especialmente el casino:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">"Es enorme, está en las afueras, cuando salgas con el micro fijate a tu izquierda. Podés pasarte el día ahí adentro, es muy bueno."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Fue inútil que le dijera que no me interesaban los casinos, que esas cosas me aburrían. Opté por decirle que cuando volviera me iba a dar una vuelta a ver si tenía suerte aunque sea en las maquinitas. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Al llegar a la estación nos saludamos tan amablemente que, sin exagerar, hacía dos cuadras más en su taxi y lo contrataba para que me llevara a conocer el resto de la ciudad.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Y aquí se terminaron las apasionantes aventuras por Rosario...</span></div><br /><div><span style="font-family:arial;"></span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-54258280803374237672009-12-02T15:27:00.002-03:002009-12-02T16:04:28.297-03:00Rosario: el hotel de la muerte<div style="text-align: justify; font-family: arial;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Después de un maravilloso viaje, de una agradable espera rodeada de perritos y de un más agradable encuentro con mis amigas nos dirigimos al hotel que, bondadosamente, una de las chicas había reservado para todas.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Lo primero que nos extrañó fue que cuando le dijimos al taxista el nombre del hotel él no dijo nada. "¡Uhhh, debe ser terriblemente malo entonces!" dijimos nosotras, por ese famoso dicho de que el que calla otorga, y bueno, era así nomás.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Lo segundo que, directamente, no me gustó fue el olor. A veces cuando entro a lugares a los que nunca fui, inconscientemente, siento los olores y este hotel no fue la excepción. Mi gesto fue contundente, me señalé la nariz con el dedo, creo que disimuladamente, aunque una de mis amigas me entendió enseguida. Había olor a hospital y ese olor no me gusta para nada.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Subimos los dos pisos por escalera, con todos nuestros bártulos, y llegamos a la habitación que para nuestra sorpresa no tenía mucha luz, las paredes eran de papel pero tenía un placard tan grande que una de nosotras podría haber dormido adentro. Acomodamos nuestras cosas y salimos a cenar.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Cuando volvimos después de una cena en un comedero un poco extraño de la peatonal, había otra recepcionista (diferente al gordito que nos dio la llave de la habitación y al que una de mis amigas le dijo que, de las tres dos eran pareja, tengo que preguntar por qué). Tomamos nuestra llave y subimos movidas por la algarabía y los nervios lógicos ya que al otro días una de las chicas y yo teníamos que leer nuestras ponencias en el congreso por el que viajamos a Rosario.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Reconozco que halábamos a los gritos y nos reíamos mucho, pero bueno... Aproximadamente a la hora de haber entrado a la habitación, sonó el teléfono. Era la recepcionista pidiendo que nos calláramos porque había pasajeros que se quejaban por ruidos molestos.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">"Esperemos que no sea el de al lado, porque nosotras nos podemos quejar por los ronquidos", dijimos. "Tendríamos que empezar a gemir, como que estamos en una orgía" dijo una de las chicas "nadie te puede decir nada por tener sexo". Pero como las otras dos somos mas pacatas, no hicimos nada.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">A la mañana siguiente mis amigas simulaban ser pareja y yo la futura madrina de su futura unión civil.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Todo transcurrió normalmente (exceptuando por un par de jadeos y risitas amatorias que venían de la habitación del roncador), hasta que el jueves (el día más calor de octubre) después de haber caminado por muchas partes y escuchado alguna que otra ponencia en el congreso, una de mis amigas decidió volver temprano al hotel para bañarse y descansar acunada por el aire acondicionado. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Mientras estaba escuchando a Jorge Panesi (profesor y critico literario al que escuchaba por primera vez) y a Tamara Kamenszain (poeta y critica literaria) mi amiga me mandó un sms que decía: "Se cortó la luz y el gordo no me dijo nada. Además no me quiere dar más velas." </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Inmediatamente le mostré el mensaje a mi otra amiga y ambas, casi sincronizadamente, dijimos: "Vamos a ver qué pasa."</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Y si, llegamos y no había luz y el gordito no nos quería dar más de una vela porque decía que no había para todos. Le hicimos entender que necesitábamos una vela para el baño, que nos queríamos bañar y éramos tres personas.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Después de idas y vueltas, enojos, velas que fueron y que vinieron, salimos a cenar. Era nuestra última noche y fue un lindo momento que ni el corte de luz lo pudo arruinar.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Al otro día nos descontaron el día, nos permitieron dejar las valijas en el hotel todo el tiempo que quisiéramos y nos despidieron con una sonrisa muy amplia. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Para nosotras fue toda una experiencia y una arsenal inagotable de anécdotas.</span><br /></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-15097658581773259452009-11-28T20:56:00.004-03:002009-12-02T16:06:31.071-03:00Publicidad interna<div align="justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-family:arial;" >Resulta que desde hace unos meses tengo otro blog, pero es muy distinto a éste. Es algo así como un lugar para la catarsis o para poner pavadas (de estas últimas hay y habrá muchas).</span></div><div align="justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-family:arial;" >Así que si quieren pueden darse una vuelta: <a href="http://www.lacajitadezapatos.blogspot.com"><span style="text-decoration: underline;">La caja de zapatos</span></a></span><a href="http://www.lacajitadezapatos.blogspot.com/"><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-family:arial;" ></span></a></div><div align="justify"><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-family:arial;" ></span> </div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-58311053956903916592009-11-16T19:43:00.003-03:002009-11-16T20:27:58.611-03:00Rosario: juego de ruta<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En el incómodo viaje que hice a Rosario, retomé un juego que hago a veces cuando estoy aburrida. Es un juego muy simple, hasta un poco tonto, pero efectivo (recuerden que iba sentada al lado de una mujer que me triplicaba en tamaño y que estaba muy disconforme con los asientos, no así con el baño que, parece, le resultaba cómodo).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El juego consiste en una serie de probabilidades que, gracias al azar o vaya uno a saber a qué, definen cuestiones más o menos claves en mi vida. Es decir, para ser gráfica, si A es porque B.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Yo estaba más que aburrida después de escuchar los únicos tres discos que había podido subir a mi mp3, no por descuido o falta de imaginación, si no por falta de tiempo y memoria. En un momento la música comenzó pasar sin distinguir quién o qué cantaba, por lo tanto comencé con mi juego.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Resulta que días antes de ir al congreso y por una de las circulares me enteré que uno de los dos chicos que, secretamente (para ellos porque después lo sabían todos), me gustaron durante el tiempo que me llevó la carrera, iba a estar en Rosario. X (vamos a ponerle aunque dudo que lea este bolg) había sido compañero mío en casi la mitad de las materias que había cursado y nunca hablé con él. Debo confesar que el hecho de no haber hablado fue por prejuicio mío, ya que tenía miedo que me pareciera un pelotudo y el idilio se fuera al carajo. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El segundo de mis amores platónicos era Z (tampoco creo que lea esto, pero no me importa, queda mucho más interesante si enmascaro los nombres ¿no?). Con Z llegué a hablar un par de veces, nada trascendental, es decir, ninguno de los dos supo nunca mucho del otro (tampoco creo que le interese). La cuestión que Z, además de lindo era interesante, así que por el momento le ganaba ampliamente a X, pero a X lo veía más seguido. En fin, parece que esa conjunción extraña entre mi Luna y mi Venus, conjunción de la que me habló alguna vez mi astróloga hermana, estaba, en esa época, bastante activa.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Bueno, luego de esta presentación, volvamos al viaje.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Entonces, yo, bastante aburrida, me acordé del juego, de X en el congreso y de Z (tenía que haber un segundo, si no el juego era muy fácil) y me dije: "Si en algún cartel, toldo de camión, puente o lo que sea que pueda ser escrito, apararece el nombre de X es que algo va a pasar entre nosotros. Lo mismo para Z."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pasaron horas, incomodidades, intentos de lecturas, almuerzos tardíos, la despedida de mi compañera de ruta, el espacio, las fotos desde la ventana del micro, y ninguno de los nombres apareció en ninguna superficie que pueda ser escrita, serigrafiada, ploteada o demás.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegué a Rosario y vi a X me di cuenta que ya no era el mismo, que todo lo lindo que lo había visto en el pasado se había borrado y que solo era un flacucho con pinta de chico Puan. Cuando volví a Buenos Aires me di cuenta que nunca iba a volver a ver a Z, que las veces que hablé con él había sido sólo porque es un chico muy amable, que nunca le iba a interesar y que, en el fondo estaba bien, al fin y al cabo no me conoce.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Conclusión: o el juego me mostró que no iba a conocer en profundidad a ninguno de los dos; o (y siguiendo la cuestión de los astros) que el juego sigue abierto y que, tal vez, en algún cartel o superficie que pueda ser escrita, un día encuentre uno de los dos nombres y... uno nunca sabe.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-25244834461943530932009-11-01T15:26:00.005-03:002009-11-02T17:39:20.867-03:00Rosario: en viaje<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirUSpj_lUUAdYubrGLKeb37tMyxO4iCiwZizKRBpAL43qgJXYlaqnBwzusqejFdlYSdIT14CCIlUb7hI5hC4BsKzqw0Qnh5NgWQSre0n8KoSdsiRHwhXyeAjIRyQDXvmoDzHJPm63gcUTW/s1600-h/Rosario+2009+001.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5399211146060508098" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirUSpj_lUUAdYubrGLKeb37tMyxO4iCiwZizKRBpAL43qgJXYlaqnBwzusqejFdlYSdIT14CCIlUb7hI5hC4BsKzqw0Qnh5NgWQSre0n8KoSdsiRHwhXyeAjIRyQDXvmoDzHJPm63gcUTW/s320/Rosario+2009+001.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:arial;color:#000000;">El martes a las 13:30 hs. salía el micro que iba a llevarme, en un viaje de cuatro días, a Rosario (turismo académico, que le dicen). </span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Salí de mi casa en un remise con mi madre hacia el Cruce Varela, terminal de ómnibus que me queda mucho mas a mano que la de Retiro. Mi mamá iba hablando con el remisero de las personas que conocían del barrio, de lo complicado que era llegar al Cruce, de que había un colectivo que te dejaba en la esquina, de esas cosas en las que yo no podía intervenir por desconocimientos de tema.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Llegamos a la terminal y se me ocurrió hacer el siguiente comentario: "Tendría que haber sacado asiento individual, andá a saber quién me toca de compañía..." A lo que mi madre respondió, "bueno, tal vez tengas a alguien interesante"... Ilusiones maternas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Un poco después de y media llegó el micro. Mi asiento era el que estaba justo detrás del baño y debajo del televisor, por lo que lo podía ver desde la puerta quien sería mi compañía en el viaje. Cuando pasé para dejar mi valija la vi.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era una señora muy gorda que ocupaba un espacio de mi asiento. Pasé por al lado de mi madre y le dije "mierda, me tocó una gorda", le di un beso y subí.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando la mujer me vio ocupar mi lugar me dijo "Qué suerte que sos normal", no pude evitar sentirme mal.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El micro partió, yo estaba hecha un chorizo, casi pegada a la ventana. Acto seguido la señora sacó de su bolso una almohada envuelta en una toalla, se la puso detrás de la cabeza, apoyó los pies en la pared del baño y se durmió. En esa posición, yo tenía un poco más de espacio, hasta que la señora se relajó y su cuerpo se expandió. Volví a la posición chorizo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En Retiro la señora se levantó para ir al baño, aproveché para sacar de mi mochila, que había ubicado debajo del asiento, un libro, mis anteojos, un paquete de galletitas y un pebete que había llevado por si tenía hambre y, sí, estaba muerta de hambre, pero con la señora al lado mis posibilidades de movimiento era reducidas.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ella volvió del baño y me dijo: "Esos baños son tan chiquitos que no queda espacio para el aire... pero te digo, son muy cómodos después." Yo asentía con la cabeza, no podía decir nada, porque no quería meter la pata. Había entendido su planteo: chiquitos para entrar, por la puerta y eso, pero cuando ella estaba adentro no había posibilidad de movimiento. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El viaje continuó. Ella dormía. Yo comía o escuchaba música o leía. Así durante cinco horas, hasta que el micro entró en San Nicolás. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La señora se levantó. Yo pensaba que otra vez iba al baño, pero no. Sacó su bolso de debajo del asiento, me hizo un gesto con la cabeza, al que respondí de igual forma y se bajó.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al ver la inmensidad del asiento me despatarré y viajé muy cómoda la hora que me separaba de mi destino y aproveché para sacar fotos del paisaje que se veía por la ventanilla.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegué a la terminal de Rosario, me senté a esperar a mis amigas. Me tomé la botella de agua que me había comprado en el Cruce Varela (que no había tomado antes por temor a tener ganas de ir al baño y tener que hacer que la señora se moviera. No la quería molestar).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A los pocos minutos de estar sentada, tres perros vinieron hacia mí. Eran grandes y con caras simpáticas, tal vez con caras de sueño, me movían la cola. No pude evitar tocarlos, no pude evitar que me dieran besos en las manos, ni que se tiraran a dormir a mi alrededor.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegaron las chicas me vieron custodiada y se rieron. No es raro que me sigan los perros. Uno de ellos nos siguió hasta el taxi mientras veíamos un mapa de la ciudad y yo les contaba de mi peripecia con la señora del micro.</span></div><br /><div></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-74891887727854860112009-10-06T20:40:00.002-03:002009-10-06T21:17:30.516-03:00Don Alfredo<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En general los hombres mayores suelen hacer dos cosas en la calle: la primera, decir cosas semi obscenas a las jovencitas; y, la segunda, dar consejos.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Esto último me pasó con don Alfredo:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era una de esas tardes de verano en las que uno no sabe si es mejor estar desnudo, o dentro de una pileta, o desnudo dentro de una pileta. Yo volvía de trabajar, y, para ser sincera, mi estado de ánimo no era del todo óptimo (esas cosas que pasan por la cabeza de una cuando las cosas no salen como a una le gustarían que salgan...).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Tenía que cruzar Alem y, como es mi costumbre para evitar el tránsito, suelo bajar al subte en la esquina de Corrientes y Alem y subir en Corrientes y Bouchard (y de paso ejercito las piernas y evito las bocinas).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En la estación Alem hay un puesto donde venden carteras, bastante lindas algunas, al lado de un puesto donde venden ropa interior, para todos los gustos (creo que tienen hasta disfraces). Me paré a ver las carteras, como para ver algo, y vi una que me pareció linda y entré.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Don Alfredo estaba detrás del mostrador.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Podés agarrar la cartera que te guste", me dijo. Es un señor mayor, de esos que tienen la nariz gorda en la punta y como con granitos (imaginen que no podía dejar de mirarle la nariz), cara de pícaro y de charlatán.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Comenzamos a hablar de la cartera, me dio las mil y un razones por las que sería bueno comprarla, aprovechando que tenía un vestido blanco con florcitas y que la cartera era blanca, encontró los argumentos adecuados y me dejé convencer. Un vendedor increíble, tomó lo que tenía a mano e hizo la venta.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Después, una cosa llevó a la otra y salió la pregunta: "¿tenés novio?" "No, parece que los chicos no se enamoran de mí", dije sin pensar en mis palabras, y fue tarde para volver atrás.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Qué raro! una chica tan linda e inteligente como vos..." me dijo. "Si, seré linda e inteligente pero parece que a los chicos les gustan las feas o las tontas, no sé..." respondí totalmente adentro del juego semi-psicoanalítico.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Mirá, por un lado mejor, quedate sola, los hombres argentinos son una porquería, son todos unos boludos, con perdón de la palabra".</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Y me lo decís vos que sos hombre... bueno, por lo menos es la mirada de uno del mismo género", dije sorprendida.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Ah, pero no soy argentino, soy italiano y viví muchos años en Estados Unidos... Igual, los hombres de todo el mundo son una mierda. Yo soy separado... Pobre mi ex, le metí los cuernos con cuanta mina pude..."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En ese momento ya estaba pensando ¿por qué tengo que saber sobre su vida amorosa? en fin, ya había empezado la charla y me iba a quedar hasta el final.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego de confesar su repetido adulterio y aclarar que él de joven estaba bastante bueno siguió preguntando sobre mi relación con los individuos del sexo masculino.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Sabés qué es mejor, que los uses... los tenés para tener sexo y listo..." "No sé, es como despreciarlos, aunque ellos lo hagan, no me creo tan basura para hacer lo mismo" dije desde una moral que ni sabía que tenía. Entonces, don Alfredo, inexplicablemente, cambió su discurso.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"No tenés que irte a la cama en la primera noche, hacelos laburar... que te lleven a comer, que te hagan el novio, pero vos no te pongas de novia, ¡eh! que se lo crean ellos... y si no, te buscás un viejo con plata que te ponga un departamento y listo... Yo tengo uno en Caballito, pero ahora lo alquilo", me dijo, así de la nada. A lo que respondí, "en realidad, prefiero seguir teniendo mala suerte que usar a un viejo..."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Está muy bien, así hay que ser".</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Justo en ese momento entró otra clienta al negocio y don Alfredo tuvo que hacer su trabajo. Me despedí dándole las gracias por la charla, tan poco clara y educativa y él con el consejo de que era mejor estar sola que mal acompañada, que no busque porque así no llegan y que, si todo lo lindo del amor seguía fallando, que me buscara un señor entrado en años y con plata en el banco, así podía vivir holgada y haciendo lo yo quisiera.</span></div><div align="justify"><span style="color:#000000;"><span style="font-family:arial;">Por ahora, intentaré con los dos primeros y, si me va mal... veré.</span> </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-46951970292619262412009-09-26T16:44:00.003-03:002009-09-26T17:18:49.833-03:00Acceso: negado<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Había pasado una noche bastante mala, con sueños extraños y esas cosas y, para colmo, ese martes sólo tenía dos horas de clase, es decir, me tenía que hacer el santo viaje de todos los días solo por dos horitas (lo que se traduce: iba a tener que estar más arriba del colectivo que en tierra firme, un embole).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con la cabeza como adentro de una murga, me subí al colectivo. Como eran las 12 y media del mediodía, encontré un asiento. Me senté, me dispuse a leer, pero me ganó el sueño y me dormí. Pero me dormí como uno se duerme en los colectivos, a medias, con un ojo en el otro mundo y el otro en este. Así llegué a la Autopista y pude advertir que el colectivo no subió, que siguió por el costadito. "Qué raro" pensé "ya subirá en Bernal".</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Pero no, pasó la subida de Bernal y siguió y siguió.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En ese momento la gente se empezó a preocupar y a mover de sus asientos. Yo, mientras tanto, seguía con un ojo abierto y el otro cerrado. Hasta que escuché al chofer que hablaba con uno de los pasajeros: "Y, cortaron todas las subidas... y los puentes... no sé por dónde vamos a entrar"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Eso para mí fue peor que un despertador. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Iba a llegar tarde y, para colmo, la murga seguía tocando en mi cabeza. El día perfecto.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En eso, un hombre que estaba sentado atrás mío empezó a llamar a su trabajo. "Decile a Daniel que está todo cortado... que voy a llegar tarde. Avisale a Carlitos, porque... claro. Mirá, creo que estoy en Sarandí, pero no sé por donde mierda va a entrar... Sí, tengo el boleto." Acto seguido comenzó a soplar. Pobre, insoportable.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al cabo de más de media hora, paramos en una esquina donde se subieron una mujer y un chico. El colectivero intercambió palabras con una persona que estaba en la vereda "guiando" a los automovilistas, y en eso escuché: "che, pibe, vos lo podés guiar". Pero no, al contrario de lo que todos pudieron prever, la señora fue la que guió perfectamente al chofer hasta la subida de Dock Sud (¡les tapó la boca! pensé, claro... yo no puedo guiar a nadie ni dentro de mi casa).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al cabo de más de una hora y media, y luego de haber intentado por muchos lugares y no haber podido, por fin el colectivo atravesó el Riachuelo y entramos a las Ciudad de Buenos Aires.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ese día aprendí algunas cositas, como por ejemplo: mucha gente confunde el Puente Pueyrredón con el Puente de la Boca, no son el mismo puente, se los aseguro. Cuando la gente está nerviosa puede poner nerviosa a otras personas y eso, en una situación tensionante de por sí, no ayuda. Y, por último, cuando hay un corte sorpresivo lo mejor es relajarse y disfrutar de los nuevos paisajes.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-14299541842408006052009-09-20T18:54:00.003-03:002009-09-21T13:51:47.699-03:00El eterno retorno...<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Bueno, debo reconocer, de una buena vez por todas, que estoy incluida en esa categoría animal. Es decir, con una vez no me alcanza para darme cuenta de las cosas, algunos dirían que soy lenta, yo digo que no, que lo mío es más bien una necesidad de confirmar que, efectivamente, si una vez dije que no lo iba a volver a hacer era por algo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Bien, después de pequeña explicación que intenta, sin lograrlo, exonerarme, paso a contar lo que me pasó: </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era miércoles y había quedado con mi gran amiga Lau (no la de Mar del Plata, si no la de la gran caminata luego del recital de Cerati ¿se acuerdan?) en encontrarnos para ir a la facultad, votar y, de paso charlar un rato de nuestras cosas, obvio.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La pasé a buscar por su casa y, como es nuestra costumbre, emprendimos la caminata desde Almagro hasta la facultad que está en Caballito.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Todo muy lindo, la charla amena, el clima casi primaveral. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Llegamos a Puan 480 y nos dirigimos al tercer piso (lugar clásico de votaciones), pero esta vez las mesas se dividían por letras y claro, el apellido de Lau empieza con "P" y el mío con "G", por lo tanto teníamos que recorrer el edificio buscando nuestras respectivas mesas. Lau votó sin problema. Pero, claro, a mí algo me tenía que pasar. Resulta que como ya me gradué de casi todo lo que podía por la carrera, no aparezco en los padrones por lo que tuve que hacer un pequeño trámite que, por suerte, fue breve.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego del pequeño percance, salimos de la facultad y nos encaminamos a la avenida Rivadavia, cuando recordé que no había subtes.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Tenía dos opciones: o volvía sobre mis pasos y me iba a avenida Directorio y me tomaba el 126; o me tomaba el 85 y me bajaba directamente en el centro de Quilmes (pequeño dato, a las cinco y media tenía que encontrarme con mi hermana para acompañarla a hacer unas compras y no quería llegar tarde... )</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Medité unos segundos y decidí tomarme el 85...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El recorrido de este colectivo es demasiado largo y denso. Yo lo sabía, me lo había tomado una vez hacía como 10 años atrás y me había jurado no volver a tomarlo, pero como el encuentro con mi hermana apremiaba, me lo tomé.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Al principio fue incómodo: tenía un codo clavado en la cintura, una cartera apoyada en la nuca y, algo que resultó sumamente asqueroso, una cola apoyada en mi cola (¡y yo sin poder moverme!)</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego, el viaje pasó a ser desconcertante: el colectivo andaba, y andaba, y yo no sabía dónde estaba, hasta que pasamos la Iglesia de Pompeya. "Bueno, en breve cruzaremos el Riachuelo", pensé, que era el único indico que tenía del paso a provincia.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cruzamos el puente Alsina y entramos al GBA... pero no sabía en qué partido estaba, hasta media hora después que vi un gran cartel que decía "Partido de Lanús". Faltaba mucho para Quilmes...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La cuestión fue que mientras yo estaba apretujada en el 85, mi hermana hizo sus compras, y yo hasta no llegar a Mitre y Las Flores (Wilde) no sabía en qué parte del mundo estaba.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegué a Quilmes me bajé, debo confesar que estaba de muy mal humor, despeinada y con una sensación de picor en todo el cuerpo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><span style="color:#000000;">Cuando me encontré con mi hermana lo primero que le dije fue "Haceme acordar que nunca más que tome ese colectivo". "Bueno", me dijo ella, pero yo sé y ella también sabe que en algún momento volveré a tropezar con el mismo cascote y volveré a tomarme el 85.</span> </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-59257410868546200892009-08-26T13:54:00.005-03:002009-08-26T19:37:36.351-03:00Y un día quise aprender a manejar<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir1s9X2_QngBvqTxP_iNrhhoB9POl-dqHBydrfpFIyn3bPkLS6V91JTOESxnnkg0XusyjoMZswTD5Ov2rgyO9PnCNuE9Y3LPrbYCEwfPzdB8ECv5xTuQkSfrB0So6mat1th1GeUueKwQNa/s1600-h/penelopeglamour.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5374331142503814610" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 213px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir1s9X2_QngBvqTxP_iNrhhoB9POl-dqHBydrfpFIyn3bPkLS6V91JTOESxnnkg0XusyjoMZswTD5Ov2rgyO9PnCNuE9Y3LPrbYCEwfPzdB8ECv5xTuQkSfrB0So6mat1th1GeUueKwQNa/s320/penelopeglamour.jpg" border="0" /></a> <span style="font-family:arial;color:#000000;">Una de las preguntas más frecuentes que mis amigos y/o conocidos me hacen cuando les cuento mis problemas/anécdotas en los transportes públicos es: ¿y por qué no te comprás un auto? A lo que rápidamente respondo (y ya es clásica mi respuesta): ¡Es que yo con un auto soy más peligrosa que un mono con navaja! Y, automáticamente, comienzo a narrar la historia del día que quise aprender a manejar:</span> <div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Corría, aproximadamente, el año 1996, yo contaba con 16 añitos y se había despertado en mí la necesidad de saber qué se sentía controlar una máquina. La cuestión era que no quería ir a una escuela de manejo, y sabía que con mi papá no podía aprender porque él se ponía muy pero muy nervioso cuando intentaba enseñarme algo (en fin, típica dinámica entre nosotros: él piensa que porque soy su hija tengo en mi genética todos sus conocimientos y, claro, cuando se da cuenta que no es así, se frustra...).</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Entonces, hablando con un tío sobre mis ansias de aprender él se ofreció a enseñarme. Arreglamos día y lugar: sábado, después del almuerzo, en la casa de mi abuela. </span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">La zona era perfecta: un barrio tranquilo, con calles por donde no pasaban muchos autos. El profesor, inmejorable (pensaba en esa época), un ex colectivero, ex taxista y prominente mecánico. Nada podía salir mal.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Mi tío hizo que me sentara en el asiento del conductor (me sentía Penelope Glamour). Me dijo: "apretá ese pedal y girá la llave", lo hice y rrrrrmmmm, ¡arrancó el auto!</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Después me dijo: "ahora mové la palanca de cambios, en esta dirección" (confieso que no me acuerdo ni de los movimientos, ni del nombre de los pedales, así que mis explicaciones son bastante pobres, perdón...).</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Ahora, apretá el acelerador" (de ese sí me acuerdo), y mágicamente el auto estaba en movimiento y yo lo estaba dirigiendo.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Derechito, derechito... llevalo así... despacio... muy bien." Esas fueron las palabras de mi tío en las dos primeras cuadras, es decir, todo iba perfecto hasta que...</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Doblá, doblá, Valeria, por favor!" Confieso que pude sentir el horror en su voz.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Ya doblo", dije con la paciencia que me caracteriza en los momentos tensos (bueno, no en todos) y cuando, efectivamente, doblé, un camión bastante grande casi casi nos rozó.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Cuándo te digo doblá, por favor hacelo!" me dijo mi tío casi descompuesto.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Bueno, lo iba a hacer pero quería hacerlo tranquila..."</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Manejé toda esa cuadra y las que quedaban para llegar al punto de partida. </span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Frené en la puerta, nos bajamos y después de tomar unos mates y contarle a mi abuela mi primera experiencia al volante, me despedí de todos y de mi tío al que le pregunté por nuestra segunda clase.</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Yo te llamo y te aviso cuándo puedo", me dijo...</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">Nunca me llamó...</span></div><div><span style="font-family:arial;color:#000000;">En ese momento comprendí que todos tenemos un rol dentro de los vehículos, y que el mío es, por el momento, el de copilota, por mi seguridad y por la del mundo entero.</span></div></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-45973081807011705362009-08-18T19:32:00.003-03:002009-08-19T08:50:29.040-03:00De levante en el 159<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hay cosas que no pasan por casualidad, o si, pero a veces hay pequeños actos que direccionan el día.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Me había tomado el 159, como de costumbre, en el Correo Central y, como dos personas detrás mío subió una chica con un vaso de café, de esos que venden en Café Martínez para llevar. Raro porque el colectivo iba lleno, muy lleno y la chica no iba a tener de dónde ni con qué agarrarse si mantenía el café consigo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Todo se desarrollaba con tranquilidad mientras ella tuviera una de sus dos manos libres, pero justo en el momento en el que el colectivo se dirigía al peaje de Dock Sud (quien ha viajado alguna vez sabe que en ese momento hay que agarrarse si o si de algo porque si no te vas contra lo que tengas atrás o adelante, dependiendo siempre de la orientación del viajero), decía, justo en ese instante a ella se le ocurre hablar por teléfono (sospecho que algo tan importante que no podía esperar cinco minutitos a que el colectivo fuera en línea recta).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ella intentaba hacer equilibrio, entre el café y el teléfono, cuando el muchacho que estaba paradito a su lado le dijo: "¿Querés que te tenga el café?"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"No, gracias", dijo ella con un linda sonrisa (que no vi pero intuí)</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Dale, te lo tengo así hablás tranquila" insistió él. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Y ella no pudo negarse.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando terminó su conversación, que duró menos de un minuto, el chico le devolvió el café y, claro, comenzaron a hablar del café: que si era de máquina, que dónde lo había comprado, que a mí me gusta así, que a mí asá, en fin cosas de café, hasta que él le preguntó: "¿Venís del trabajo?" y debo confesar que lo único que escuché de ella fue "sí", porque lo que siguió de su respuesta me fue vedado tanto por el ruido del colectivo como por su suave y delicada voz.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Acto seguido, creo, ella le preguntó dónde trabajaba él a lo que respondió (y lo escuché muy bien, porque el tipo estaba muy orgulloso de su trabajo) "Trabajo en lo que me gusta, por suerte... En el teatro, dirijo la administración y también estoy en la parte artística, casualmente estreno una obra en septiembre."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ella habrá dicho algo así como "¡qué bien! ¡qué lindo!" y él continuó hablando con el pecho henchido de orgullo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En eso llegó la pregunta que todos, a esta altura estábamos esperando... bueno, una de las dos preguntas que estábamos esperando: "¿Dónde vivís?" y ella respondió: "En Quilmes". A lo que siguió el clásico: "¡Qué viaje que tenés! ¿te vas todos los días a Capital?" Y ella dijo algo que no nos esperábamos (me atrevo a hablar en plural porque tengo la sospecha que no era la única que estaba escuchando): "Si, y a veces voy con mochila y bolsos, porque mi novio (¡!) vive en Capital y tengo muchos amigos allá."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Sin embargo, no lejos de achicarse o deprimirse por la revelación, nuestro galán le dice (promediaba ya casi el final del recorrido): "¿Me pasás tu mail así te invito a ver mis obras? porque no solo en septiembre estreno una, en octubre tengo otra que escribí yo." Y ella, al contrario de lo que puedan pensar muchos, se lo dio.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego de esto ella se bajó, pero antes se despidieron con un beso en la mejilla, un gracias por el café (sic) y un te escribo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Increíble, a veces las cositas más tontas, como comprarse un café a cuatro cuadras de la parada del colectivo, pueden provocar los encuentros más inesperados.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ahora resta imaginar la continuación: ¿él le habrá escrito? ¿ella habrá respondido? ¿se volverán a ver en el colectivo?</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuántas preguntas, espero poder contestarlas algún día.</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-83718890785138770342009-08-09T16:56:00.004-03:002009-08-09T17:16:50.564-03:00Casi casi<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkBzMptP3UHrkcUJEI6J2VMDKTa_RLrko5gixaMUHbDL2DyI4VNd-BseniBkdnWsaeq0izu744jCMtyvcipCb29LRhIVQN3WgJnOoZn4QvcBt3zhgDb5I2vZ-ja-wzY-b_0khFGAomNo5r/s1600-h/hip+hop2.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368059393428323362" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 249px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkBzMptP3UHrkcUJEI6J2VMDKTa_RLrko5gixaMUHbDL2DyI4VNd-BseniBkdnWsaeq0izu744jCMtyvcipCb29LRhIVQN3WgJnOoZn4QvcBt3zhgDb5I2vZ-ja-wzY-b_0khFGAomNo5r/s320/hip+hop2.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego de una hermosa tarde/noche de cine y cena con mis dos grandes amigas Virginia y Laura, decidimos despedirnos y marchar cada una para sus respectivos hogares. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Así que como Laura y yo nos encaminábamos para el Correo Central y estábamos por Corrientes, decidimos tomarnos el subte B. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Eran, aproximadamente, las 9 de la noche.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Subimos al subte en la estación Uruguay. Justo en nuestro vagón había un señor que caminaba de una punta a la otra hablando de Jesús, de su reino, de lo bueno de unirse a él y esas cosas. Caminaba con un libro en la mano e iba predicando su fe a los gritos. Confieso que esas cosas me ponen un poco tensa por lo que intento, cuando es posible, mirar para otro lado. Fue en una de esas huidas en las que miré para el vagón de adelante y lo vi.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Era él, mucho mejor vestido, hasta lindo diría, con su parlante y sus movimientos.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¡Lau, el chico de la vuelta mortal!" Le dije a mi amiga con visible emoción.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¿Dónde?" preguntó. "En el vagón de adelante" respondí.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Y cuando ella iba a mirar, el predicador se paró justo en la puerta, obstruyendo su campo visual.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Tuvimos que esperar a que comenzara a caminar de nuevo, pero como la visión era dificultosa optamos por sentarnos en los asientos de enfrente.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Lamentablemente, a pesar de intentar maniobrar nuestras cabezas para poder verlo bailar (yo por segunda vez y Laura por primera) fue imposible, pues el bailarín se nos había escabullido justo después de que el predicador había comenzado a caminar.</span></div><div align="justify"><span style="color:#000000;"><span style="font-family:arial;">Entonces, ya saben, él anda por ahí ofreciendo su danza en la linea B, y sigo insistiendo, si lo ven después diganme si logró hacer la vuelta mortal.</span> </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-85867223190960117922009-07-12T17:38:00.003-03:002009-07-13T17:27:28.620-03:00La mortal<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Había salido de un encierro de casi ocho horas de lectura constante y, por suerte, había podido sentarme en uno de esos cómodos asientos que ostenta la línea B del subte. Iba muy tranquila pensando en todas las cosas que había leído y había llegado a la conclusión que si no hubiera tenido que corregir esas dísmiles notas para esas eclécticas revistas nunca las habría leído.<br />Mientras mi mente deambulaba entre el pompón de lana que había aprendido a hacer gracias a una revista femenina y, si los zapatos de la chica que tenía sentada frente a mí eran lindos o más o menos lindos o, directamente, feos, algo me hizo volver a la realidad del vagón del subte.<br />Por el pasillo que dejan las dos filas de asientos iba avanzando un chico de aspecto extraño. Estaba vestido como un mendigo, su piel era muy similar a la de los mendigos, ya que tenía ese color particular que oscila entre bronceado y sucio, tenía unas zapatillas que parecían bastante nuevas y sobre uno de sus hombros cargaba una gran caja negra.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Caminó unos pasos, se detuvo al lado de una de las puertas, dejó la caja en el suelo y se acercó a dos chicos que estaban parados en frente de la puerta contraria donde él había dejado la caja.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Se van a tener que correr" les dijo y los chicos lo miraron consternados o, por lo menos sus cuerpos se movieron como se mueven los cuerpos cuando algo desconcierta a las mentes que los controlan.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Se van a tener que mover porque necesito esta puerta para apoyarme cuando haga la mortal".</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Los chicos alzaron los hombros. Uno se corrió y el otro estaba medio indeciso. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Bueno, si no te corrés, quedate quietito, porque te puedo patear." El chico se paró bien derecho junto a la puerta.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Luego de esta introducción y con todo el vagón mirando al supuesto mendigo, éste se acercó a la caja negra, que en realidad era un parlante, apretó un botón y de él comenzó a salir música de Hip Hop. En ese momento el falso mendigo comenzó a bailar. Daba vueltas por el piso, hacía movimientos de atrás para adelante con sus piernas, se contorsionaba, todo muy impresionante hasta que llegábamos a alguna estación, donde apagada la música, pedía aplausos y monedas. A cada moneda él repetía: "Qué grande, la rubia" por una chica que le había dado una o "qué grande, la señora", por el mismo motivo. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Él siguió bailando hasta Alem, donde, por supuesto me tuve que bajar y, hasta ese momento no lo vi hacer la mortal contra la puerta del vagón.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><span style="color:#000000;">Entonces, si alguno de ustedes llegara a tomarse el subte B a eso de las 7 y media, 8 de la noche y se topa con este personaje, por favor, cuentenme si pudo hacer la mortal.</span> </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-65662535733189194402009-06-21T20:05:00.011-03:002009-06-23T19:47:22.972-03:00En un papel...<div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Las experiencias que voy a contar me pasaron en dos momentos muy diferentes y en dos vehículos muy distintos, pero las historias son bastante similares.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La primera sucedió allá por 1999, cuando iba desde La Plata a la ciudad de Buenos Aires a visitar a mi enamorado de entonces.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Subí al tren en la estación de La Plata y me senté. Saqué mi libro y me dispuse a leer, ya que el viaje era por demás largo<br />Al lado mío, en el sitio más preciado de todo tren, es decir, al lado de la ventanilla, estaba sentado un chico que, por lo que pude presentir, me miraba. Obviamente que lo primero que siempre tiendo a pensar cuando alguien está a mi lado y me mira y, justamente, tengo un libro en las manos, es que quiere saber qué estoy leyendo o leer de reojo (el ladrón juzga a todos por su condición, dicen), entonces, cerré el libro para que pudiera ver la tapa y después seguí leyendo con una leve inclinación hacia su lado (algo que a mí me gustaría que hicieran los demás).</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">En un momento, como suele pasar cuando se viaja en tren, llegamos a la estación donde el muchacho debía bajar. Me pidió permiso pero, antes de pasar y bajar de la formación, me dio un papelito. Luego se bajó y me saludó con la mano desde el andén.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando abrí el papel el chico había escrito su nombre, su teléfono y la frase: "Para una amistad telefónica."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cerré el papelito y lo enganché en el metal que servía de "marco" a esa ventanilla del tren, pensando que, tal vez, a alguien le podría interesar ese tipo de amistad. Igualmente, debo confesar que la reacción del muchacho me causó mucha ternura...<br />La segunda historia ocurrió hace unos días. Salía tarde y cansada de un nuevo trabajo y, como de costumbre, fui a tomarme el colectivo. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Subí, saqué boleto y, para mi sorpresa, me senté.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El viaje fue de lo más cómodo. Estaba sentada, al lado de la ventanilla, y el colectivo avanzaba sin tropiezos por la autopista.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">La cuestión es que cuando me estaba por bajar, luego de tocar el timbre y de mirar al colectivero porque no me abría la puerta, escucho que éste me llama y me dice: "Vení, que te olvidaste el boleto."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Ahh", dije yo entre dormida y asombrada, porque convengamos, para qué me iba a servir el boleto si ya me bajaba del colectivo, ¿no?</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Me acerqué y agarré el boleto. "Gracias, chau", le dije.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Espero que mires el boleto" me dijo él... "Si, si..."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando el colectivo se fue miré el boleto que decía "Diego..." y el número de teléfono.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">No pude evitar sonreír y recordar la historia del chico del tren y, por qué no decirlo, me di cuenta que cada diez años un desconocido siente el impulso de escribirme su teléfono en un papel, y mi pregunta es... ¿quién me lo escribirá en el 2019?...</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-83524270125673403212009-06-14T20:21:00.003-03:002009-06-14T21:04:02.945-03:00El hambre y las ganas de comer<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCDGXLSIIOHmFAdvqZJcisTzvjkPimvVakwaQqHCrbkYZHISp9W5SMrpY-8zOsgqm-a3hTvUErRKANP-qUTBXItay4KGriE0tyrjNiS6I7KU2UjwyAQs7gdhBsBKtl1iM-LJMz2k77TsS/s1600-h/carril.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5347337571103203330" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 185px; CURSOR: hand; HEIGHT: 200px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCDGXLSIIOHmFAdvqZJcisTzvjkPimvVakwaQqHCrbkYZHISp9W5SMrpY-8zOsgqm-a3hTvUErRKANP-qUTBXItay4KGriE0tyrjNiS6I7KU2UjwyAQs7gdhBsBKtl1iM-LJMz2k77TsS/s320/carril.jpg" border="0" /></a><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hacía algunos días que veníamos planeando con dos amigas encontrarnos a cenar y después salir a tomar algo y decidimos que ese día iba a ser el viernes.</span><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Arreglamos en ir a cenar a la casa de Vir, pero como ella tenía algunas cosillas que hacer íbamos a ir para su hogar a eso de las 9 de la noche. La cuestión era que yo salía de mi trabajo a las 5 y Lau (la recordarán de historias como la de "Villa Victoria") salía 7 y media del suyo, por lo que convenimos en encontrarnos primero nosotras y luego ir a la casa de nuestra otra amiga.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Hasta, aproximadamente, las 4 y media yo no tenía idea ni dónde y a qué hora se produciría el primero de los dos encuentros, y como no tenía posibilidad de tener acceso a ningún medio de comunicación, por ser uno de esos días en los que tengo ocho horas seguidas de clase, esperaba que Laura me enviara un mensaje a mi celular.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">El mensaje llegó y, para que la historia sea entendida en su totalidad, voy a transcribirlo literal:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Amiga, no llego a las 7. En sta y cabildo 7 y 30. Tá bien?"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">A lo que rápidamente contesté: "Dale. Besos"</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Bien, la cuestión es que yo interpreté en la calle Santa Fe y Cabildo y, como no me sonaban como calles donde alguna vez me hubiera encontrado con alguien, busqué en mi guía, donde indicaba que una era continuación de la otra, por lo que deduje que nos encontraríamos donde las calles cambian de nombre.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Había un subte cerca, estación Carranza. No podía confundirme... eso pensaba yo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Entonces, terminé mis clases y las salí a la calle pero como era temprano opté por ir caminando hasta Santa Fe y ahí tomarme al subte. Caminé, miré vidrieras (sí, como buena doña) hice tiempo en alguna que otra librería (para no perder la costumbre) y a eso de las 7 y cinco fui hasta Pueyrredón y me tomé el subte.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Llegué cinco minutos antes por lo que me puse a esperar con calma. Cuando las 7 y media se habían convertido en y treinta y cinco y, sabiendo que Lau es bastante puntual, le mandé un mensajito para ver por dónde andaba y escribí: "Lau, estoy en santa fe y arevalo salida dl subte carranza. Cual es cabildo?" pensando que le había errado de salida.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Ella me contestó que yo estaba muy lejos del lugar pautado para nuestro encuentro, que me había bajado como dos estaciones antes. Realmente estaba confundida. ¿Qué había leído cuando leí el mensaje donde indicaba el destino de nuestro encuentro? ¿tan despistada puedo ser?</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Con esas preguntas en mi cabeza y mucho enojo conmigo misma empecé a caminar, supuestamente, en dirección a la estación de subte en la que estaba mi amiga. Caminé casi tres cuadras cuando descubrí que estaba caminando en la misma dirección que el tránsito y, si algo aprendí en estos años es que el subte va en la dirección opuesta.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Confieso que cuando me di cuenta dije en voz alta "¡mierda, por qué soy tan boluda!" por suerte no había personas a mi alrededor.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Volví a la salida de la estación Carranza y como Lau me había dicho que en cinco minutos llegaba y no estaba y, además, me había mandado un mensaje preguntando mi ubicación, decidí llamarla:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"¿Dónde estás?" preguntó; "en la salida de Carranza" respondí. "Pero describime el lugar porque estoy ahí y no te veo", me dijo.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">"Es un lugar con muchas plantas, hay un bar... estoy en la esquina de la casa de Vir" "Bueno, ya voy, quedate ahí."</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Cuando llegó no pudimos evitar reírnos y aclarar cuál fue nuestro equívoco: solamente el de confundir la calle Santa Fe con la calle Juramento...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;color:#000000;">Y bueno, ya lo hemos dicho hasta el cansancio, entre las dos no hacemos una persona con sentido de la orientación...</span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7358511026564185885.post-33429915625239006692009-06-06T17:47:00.005-03:002009-06-06T17:59:34.743-03:00Curiosidad lingüística<div align="justify"><span style="font-family:arial;">Hace unos días, en una de mis clases, estaba leyendo un cuento de Borges cuando me sorprendió reconocer el doble sentido de un verbo. Verbo que, creo, es la escencia más pura de este espacio:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">En mi diccionario dice: </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>Errar</strong>: obrar con error; no acertar // equivocarse; engañarse...</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Pero también dice:</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>Errar</strong>: Andar vagando de una parte a otra // divagar el pensamiento, la atención, la imaginación.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Puede ser que algunas personas piensen que esto es casualidad, pero yo creo, puedo decir que firmemente, que la segunda definición, en mi caso, es la causa indiscutida de la primera. </span></div>Valeriahttp://www.blogger.com/profile/03580571255856019873noreply@blogger.com0