miércoles, 29 de octubre de 2008

Las cosas que se ven por Florida...

Salí del trabajo en una linda tarde de primavera, por lo que me dispuse a disfrutar de una caminata por la Av. de Mayo, donde ya se empezaba a sentir la primavera.
Mientras caminaba pude apreciar algunas de esas cosas que se ven todos los días y que ya son del paisaje urbano, es decir, esas cosas a las que no les damos bola porque siempre están ahí. Un ejemplo: Hay un señor que hace garrapiñadas que antes de comenzar a cocinar su golosina comienza a golpear la cacerola cual murga uruguya al grito de "¡Sale, sale!", todo con mucho ritmo.
Bien, la cuestión es que cuando voy llegando a la esquina de Av. de Mayo y Perú vi que había mucha gente parada en la esquina mirando para arriba. Obviamente, cuando llegué a la esquina miré y, realmente, lo que vi me sorprendió.
Paradito en la baranda de un balcón había un... ¡carancho! Sí, sí, como lo leyeron. "¡Eso es un halcón!" decía un muchacho, "¿cómo llego ahí?" preguntaba otra señora.
Mientras todos lo mirábamos extasiados, el carancho saltó al balconcito de al lado de donde estaba paradito, desapareció unos segundos y cuando volvió a aparecer tenía en su pico una paloma...
La señora que estaba al lado mío dije "¡Pobre paloma!" Y yo pensé... "y bue, el bicho tiene que comer"
En el momento en el que estábamos en plena deliberación, el bichito levantó vuelo, y pudimos ver cómo con una de sus patas tomaba su almuerzo y se iba por Florida dando un grito que nos dejo a todos mirando con la boca abierta...
En fin, por Florida uno puede encontrar, literalmente, cualquier cosa...

martes, 7 de octubre de 2008

Historias de amor

Hace unas semanas, luego de escuchar un relato de mi hermana sobre dos adolescentes con los que comparte el viaje cuando va a trabajar, y luego de concluir en que seguro que se gustaban pero como eran chiquitos no se animaban a decirse nada, recordé que una vez había sido testigo del comienzo de un romance en el colectivo...
Fue hace, aproximadamente, ocho años (¡cómo pasa el tiempo!), yo volvía de la facultad en el 159 L azul, ya que en ese entonces no viajaba en el semirápido. En Quilmes Oeste, creo que en Avenida 12 de octubre, siempre se subían unos chicos (dos chicos y una chica) de una escuela para sordomudos que quedaba cerca de ahí. Claro que, por esta curiosidad natural, yo miraba cómo se comunicaban entre ellos, lo rápido que movían las manos y esas cosas que mira una persona totalmente neófita en esos temas. Varias semanas los vi hacer lo mismo, hasta que un día, veo que uno de los chicos se sienta en un asiento solo y el otro chico y la chica se sientan juntos.
Conversaban como siempre, hasta que él le dice (o yo interpreto que le dice) que le gustaba y que le quería dar un beso (bueno, lo del beso no lo interpreté casi casi que se le tiró encima), pero ella le corrió la cara y le dio a entender (o fue lo que yo entendí) que no, porque eran amigos y esas cosas, aunque se notaba (o fue lo que me pareció) que a ella también le gustaba.
Por unas semanas no los volví a ver, hasta que una noche volvieron a subir al colectivo y, para mi sorpresa, el chico y la chica estaban de la mano, se sentaron juntos y sin pudor se besaron delante de su amigo.
Como quien dice, un final feliz...
La otra historia es un poco más reciente, pero no por ello deja de tener su mérito.
Fue una noche en la que había ido a ver tocar a un amigo y su grupo de percusión. Llegué a Quilmes como a las once y media de la noche, y por esta cuestión de ser una persona que da mucho miedo a los supuestos asaltantes y/o violadores, decidí tomarme un remise en el centro de Quilmes y llegar tranquila a mi casa.
La remisería, un lujo... los sillones desvencijados, las paredes descascaradas, la luz opaca... en fin, bien alegre.
La cuestión es que era 19 de septiembre y por lo que se comentaba la recepcionista estaba por cumplir años.
En eso todos se van y nos quedamos solas ella y yo, y claro, le pregunté "¿cuándo cumplís años?" "el 21 de septiembre" me contestó. "¡Qué lindo, el día de la primavera!" y no me pregunten cómo pero empezó a contarme que tenía un novio de 40 años (detalle: ella cumplía 19 añitos, nada más...) que el tipo era repartidor de pizza, trabajo que solo realizaba los fines de semana, ya que durante la semana se dedicaba a su pasión: era músico.
"Es músico... un bohemio y a mí me encanta que sea así... no sé, estoy enamorada. Pero, tiene 40 y vive con la madre y hace un año que salimos y no me dijo de irme con él."
"Bueno" le dije haciéndome la tía que había pasado por esas cosas, "vas a ver que cuando tengas 25 esas cosas no te van a importar, vas a buscar algo más estable y seguro... ahora te gusta porque a los 19 a todas nos gustan los bohemios... pero con el tiempo vas a ver que te va a empezar a gustar otro tipo de hombre. Disfrutalo hasta que te canses y listo..." Ya sé, ni yo me lo creí, pero imaginen ¿cómo le iba a decir que el gusto por lo músicos, bohemios, poetas, problemáticos, etc. sigue con una toda la vida, que no importa la edad, que es igual a los 19, 28, 30 y pico?
Por suerte llegó el remise y yo dejé de dar consejos inútiles.