domingo, 19 de agosto de 2007

Actitud Buenos Aires


Se me había hecho un poco tarde, así que casi a las diez y pico de la noche me estaba despidiendo de mi enamorado en la estación de subte Bulnes de la línea D, para hacer el camino de siempre, es decir: subte D hasta 9 de julio, combinación con la línea B hasta el Correo Central, donde me tomaría el 159 semirápido hasta un lugar adecuado donde pudiera tomarme un remise (porque, aunque el colectivo me deja a cuatro cuadras de mi casa, ya tuve un encontronazo con un muchacho no muy amable por lo que evito andar muy tarde por estas zonas…)
Entonces, me subí al subte y, como estaba previsto, me bajé en la estación 9 de julio para hacer la combinación… Esperé, esperé… y nada…
En eso vemos (porque no era la única que estaba ahí paradita) que viene un subte del otro lado y, claro, lo primero que pensé fue “si viene uno de allá ahora tendrá que venir una de acá”, lógico, ¿no? Pero no…
El chofer del subte que iba para Los Incas nos dijo, con esa amabilidad que los caracteriza: “No pasan más trenes” “¿Qué?” dijo uno de los muchachos que estaban parados cerca de mí… “Sí, que no pasan más, es hasta y media…” Sonó la alarma, se cerraron las puertas y el subte se fue, dejándonos con la certeza de que por lo menos éramos muchos los que no sabíamos.
Entonces nos encaminamos a las escaleras para salir del mundo subterráneo, pero había dos que estaban cerradas… y una que estaba abierta. Salí a la superficie y, por error seguí mi instinto que me orientaba a cruzar la Av. 9 de julio, sin entender ¿por qué las personas que estaban conmigo abajo no lo hacía si iban para el mismo lado que yo?
Lo único que pensé fue “bueno, irán para otro lado, con tal que no empiece a ver teatros no pasa nada…” Ese era mi único punto de referencia a nivel orientación, si comenzaba a ver teatros era que mi brújula seguía tan estropeada como siempre, si no, era que tenía esperanzas de salir sin la guía T (que no es índice de nada en mi caso…)
Bueno, crucé y empecé a caminar mientras me mandaba mensajitos con el muchacho en cuestión, lo que hizo que me distrajera un poco más de lo habitual. Pasaron dos cuadras y… ¡No! El cartel de “Chiquititas”… Un teatro ya era mas que suficiente para que me diera cuenta que tendría que haber seguido a los que se iban para el otro lado en la salida del subte…
Inmediatamente le mando un mensajito a mi hermana avisándole que iba a llegar un poco tarde porque me había mareado un poco y me había ido para el otro lado, a lo que contestó con un dulce “qué boluda, cuidate”… Di la vuelta y comencé a desandar el camino que había hecho…
A eso de las once y media llegué al Correo Central. Ya se me había pasado el enojo que creo que me duró dos o tres cuadras porque me di cuenta que no era más que mi problema crónico… además es aburrido estar enojada mucho tiempo, ¿no?
Me tomé el semirápido y fue en ese viaje en donde vi aquel bichito verde del que hablé alguna vez… El viaje fue, entonces, más que tranquilo…
Aproximadamente a 20 cuadras de mi casa me bajé para tomarme un remise. Entré a una remisería atendida por una mujer que era la representación femenina de Humpty Dumpty y tenía, además, el tono de voz de un barrabrava… (una delicia de mujer para quien quiera conocerla).
Me contó que había mucho trabajo y empezó a hablar mal de Tinelli y de “Bailando por un sueño”… en fin, los temas no cambiaron mucho en un año…
Por suerte en ese momento recibí un llamado que me sacó del lugar y coincidió con la llegada del señor que iba a conducirme a mi hogar.
Subí al auto, indiqué la dirección y… “¿Vos sos la hija de Raúl?” ¡Upa! “Si…” “¡Ahhh… sos la nieta de Dante, el zapatero!” “si, soy yo” “¿Cómo está tu abuelo?” “Calculo que bien, se murió hace unos años” (si, ya lo sé fue un poco negra mi contestación, pero bueno… así soy)… “Ah… yo lo conocí y a tu mamá y, claro, después al loco de tu viejo… ¿sigue jugando al fútbol?” “claro, si no se muere, el fútbol es una droga para él”… La cuestión es que la conversación dio un giro, no sé cómo y terminamos hablando de él y de la mala suerte que había tenido en la vida… un “te escucho” increíble…
Y así llegué a mi casa, con una anécdota completita, completita…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

otra recorrida desorientada por la ciudad, pero completita en anécdotas (que ya quiero recordar).
Una copada tu hermana, realmente con el aliento que te dio...jaja...será que no recordaba el dia que en vez de ir para Plaza Italia termino en Plaza Miserere...y seguia caminando por Once sin percatarse de lo desorientada que estaba "ya llegamos a la Recoleta, nos faltaran una cuadritas".
la genetica no miente, queridita...por eso estamos al horno ambas!

te quiero muuuucho tomana!
besos

Anónimo dijo...

Grandee! actualizaste! ya te conocía yo en esa época?
tuviste relato de viaje y "te escucho" todo en uno ese día...
Realmente estoy considerando lo de regalarte una brújula, hay unas muy lindas que podés poner en el llavero.

Besoos!!
até amanha

Clara O. dijo...

Amiga!!! jajajaja, me morí de risa por la contestación q le diste al remisero sobre tu abuelo jajaja
No puedo más que afirmar mi empatía con tu relato.
Che, y esto se soluciona (lo de la brújula nomás) enganchándote a un enamorada q t lleve y t traiga en auto. No creo q sea el caso, no? jijiji

Unknown dijo...

Ay nenaaaa me haces cagar de la risa!!! En mi opinion, una de las mejores!!! Como ya han dicho, muuuuy completita!!!
Quiero massss!!!
Besotes

PD: gracias x firmarme el blog... hasta ahi t consto llegar, eh? jajaja!!!

lucas en barcelona dijo...

Creo que había escuchado la historia, pero me parece que a esta versión se le sumaron detalles!!! Fue todo 100% Real, o hubo algo de ficción?

No nos estarás vendiendo gato por liebre? Con lo que me gusta el conejo, su primo hermano

beso grande