Algunas veces, cuando conozco un nuevo lugar, grabo ciertas cosas en mi memoria, cosas que después hacen que recuerde las sensaciones que ese lugar me generó, con Uruguay tengo algunas que quiero compartir:
Lo primero y lo último que noté mientras hice mis viajes en micro por ese país es que, Uruguay es un país ondulado, lo llano no es una característica del paisaje; hay montes, cerros, campos que suben y bajan, y todo entre los mas variados tonos de verde.
Montevideo: la primera impresión fue la de una ciudad triste, gris, pero con el correr de las horas me di cuenta que había sido solo una impresión. Es un lugar donde la ciudad se mezcla con el pueblo, donde la velocidad y el estrés abundan pero a otro ritmo (claro que es una generalización que hago después de dos días, voy a tener que volver para poder analizar mejor estas sensaciones).
Algo que noté de las personas (solo de las personas a las que escuché hablar) es que sus voces nacen del pecho. Son voces profundas, voces que guardan años de cosas vividas y que, tal vez, no lo saben. Tuve la sensación de que eran voces que venían del pasado con muchas experiencias vividas, pero sin la posibilidad de transmitirlas. Al ver a la gente de Montevideo sentía que estaba dentro de una de las novelas de Mauricio Rosencof, fue increíble.
Otra cosa que me llamó la atención fue el comportamiento de algunos hombres. En Buenos Aires una chica está acostumbrada a escuchar groserías cuando camina por la calle, son pocas las veces que un muchacho interesante nos dice un piropo (más que pocas, yo diría nulas, en fin), cuando un chico nos mira (y el hombre en cuestión es agradable), en general, es una mirada rápida, que confunde y que, en definitiva, no dice nada (una se pregunta ¿le gusto o no? ¿si no le gusto para qué me mira? Igual, piensen que estoy hablando de los muchachos que van por las calles, no de los que están en bares o boliches, esos son más confusos todavía...).
Los chicos uruguayos mantienen la mirada y, es más, son capaces de dar vuelta la cabeza y seguir mirando, aún si son lindos. También, los chicos lindos dicen piropos y no tienen miedo de quedar en ridículo, todo lo contrario, parecen que ven como un halago que una sonría ante frases que, para muchos, ya son pasadas de moda (como por ejemplo: íbamos caminando con mi amiga y un grupo de muchachos nos dijo: "Disculpen chicas ¿saben donde quedan las puertas del cielo?" Con mi amiga nos reímos inmediatamente, porque como sabrán ese piropo es más viejo que andar a pie. Al ver nuestra reacción los chicos dijeron: "Se ríen los angelitos.")
Bueno, estas son algunas de las cositas que me quedaron dando vueltas en la memoria. Con el correr del tiempo contaré algunas de las experiencias que viví en ese hermoso país.