Y volví una noche a la remisería donde la recepcionista me había contado aquella historia de amor con el repartidor de pizzas. Y nos reconocimos con la clásica frase de: "Hola, ¿cómo estás? ¿nosotras hablamos una vez, no?" me dijo ella.
"Sí, me contaste de tu novio de 40", respondí yo...
"Ahhh... él fue el que te llevó ese día... hablaron..."
"¿era él? si, hablamos pero no me acuerdo de qué" respondí ante su carita de desilusión. "¿Y cómo están?"
"nos peleamos"
"ah, ¿hace mucho?"
"ayer..."
Pude ver que estaba triste, porque aunque la gente no llore o no tenga cara de tristeza esas cosas se sienten.
"¿estás bien?" le pregunté, y no para chusmear, si no para saber
"Sí, estoy bien... me emociona la tele, nada más..."
Y justo llegó un remise y me fui...